A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cuando salí del instituto aquel día no sabía bien lo que me esperaba, estaba tan contenta… ¡por fin viernes! Fui charlando con mi amiga Elena acompañándola hasta su casa y me marché después a la mía. Ya delante de la puerta me di cuenta de que me había dejado las llaves por la mañana, y es que con la emoción de que mi madre tenía que irse por unos días y yo me quedaba sola, dueña de la casa, pues se me olvidaron.

Después del disgusto inicial, me dije que tendría que ir a casa de mi abuela, ella tenía una copia de las llaves, de modo que allí me encaminé. Después de llamar fuerte e insistentemente, (mi abuela es un poco dura de oído), salió una vecina que me dijo que no estaba, que se había ido con mi tío José Luis a Madrid a pasar el fin de semana.

No tenía llaves, no tenía el móvil, no tenía dinero para llamar a mi tío o a mi madre...
Fui a la casa de mi amiga Elena, ya a punto de echarme a llorar, la llamé pero no contestaba nadie, unos niños vecinos suyos me dijeron que había salido con su madre a comprar. Me senté en la acera y me dispuse a esperar pacientemente. Se oyó un trueno y unas gruesas gotas de lluvia empezaron a caer, me pegué a la pared para no mojarme demasiado, me sentí como un perrillo abandonado.

Ya se estaba haciendo de noche y estaba muerta de hambre, d frío y de cansancio cuando por fin llegó Elena, le conté el asunto, le dije que me prestara el móvil para llamar a mi madre, cuando marqué su número y me salió esa voz odiosa que dice “el móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura”, me eché a llorar sin poder evitarlo. No tenía mas familia que mi abuela en el pueblo, mis otros tíos vivían lejos y no sabia ni cómo ir.
Mi amiga se lo contó a su madre y finalmente me invitó a quedarme en su casa hasta que mi abuela volviera. Lo que no sabía entonces es que se fue para pasar todo el mes con mis tíos, y mi madre no vendría hasta el martes de la semana siguiente.

Cuando por fin pude hablar con mi madre y le expliqué lo que había pasado no se le ocurrió otra cosa que chillarme: “¡mira que te lo tengo dicho, mira siempre si llevas las llaves antes de salir de casa!”.
Como no era cuestión de quedarme en casa de Elena tantos días, mi madre resolvió mandarme una copia de las llaves por correo. Un gasto que tendría que pagar de mi hucha, por supuesto, menuda era mi madre.

Ya ha pasado tiempo de este caso y mi madre sigue diciéndome de vez en cuando “¡mira que te lo tengo dicho!”, pero ya nunca más por las llaves.

FIN

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

También notable, pero eso de escribirlas o al menos publicarlas de golpe y al final del trimestre tiene penalización.