Una triste sorpresa

Tuve que irme de mi pueblo por cuestiones de trabajo, mi padre encontró un empleo mucho mejor aquí, en la cuidad. Tardamos varias semanas en decidirnos a mudarnos pero al final lo hicimos. Al principio nos íbamos mis padres y yo pero nos daba pena separarnos de mis abuelos así que ellos también se vinieron, mi madre decía que ella sin su hermana no se iba, entonces también se vinieron mis tíos y mis primos. Mi padre dijo lo mismo, conclusión: toda la familia nos mudamos a la ciudad. La verdad es que aquí no se estaba nada mal y ninguno se acordaba del pueblo, hasta que un día cuando estábamos comiendo todos juntos mi abuela dijo "¿qué habrá sido del pueblo?", hubo un gran silencio y todas las miradas se cruzaron pero no se oyó ninguna palabra durante un tiempo. Mi primo se levantó de la silla y dijo convencido "me voy al pueblo, ¿alguien se viene?" y otra vez se repitió el gran silencio, junto con las miradas. Después de hablarlo un rato, mi primo y yo nos decidimos a ir a dar una vuelta por lo que antes había sido nuestro hogar. Eran casi cuatro horas de viaje y las pasamos callados los dos, estábamos nerviosos por conocer el nuevo viejo pueblo. Aparcamos el coche un poco lejos para ir dando un paseo por aquellos campos donde tantas horas habíamos pasado. Entramos en el pueblo y no vimos a nadie, nos pareció raro porque aunque fuera un pueblo pequeño siempre había algún señor mayor sentado en un banco o algún niño correteando detrás de una gallina... Fuimos derechos a nuestra casa y no nos pudimos creer lo que estábamos viendo: la calle destruída por las raíces de los árboles, nuestra casa caída con plantas y animales en su interior... Nuestro pueblo había sido abandonado y ahora formaba parte del campo...