A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

viernes, 11 de junio de 2010

Aquel día

Nadie estuvo allí para verlo, solo yo, pero si lo hubiera contado me hubieran creído más loco de lo que ya estoy. Todo empezó cuando María salió de la tienda, yo la vi salir y bajar los escalones con infinito cuidado, como si estos fueran de mantequilla, y cuando por fin estuvo en la acera siguió su camino como si nada, como si todo estuviera bien, pero a mi no me engañaba, a la demás gente tal vez, pero a mi no, hacía 10 años que la conocía y sabía perfectamente cuando le pasaba algo, pese a que era una mentirosa innata. Por esta razón la estaba siguiendo, yo estaba muy preocupado por ella, hacía semanas que no me cogía el teléfono, y la última vez que lo hizo dijo que tenía prisa y que se tenía que ir, pero no la creí, se la notaba nerviosa, así que lo volví a intentar más tarde, pero no hubo respuesta y así un montón de veces, hasta que me cansé de esperar y decidí esperarla en el portal de su casa para vigilar sus pasos, de esa forma llegué a esa tienda vieja y roñosa de aquel pueblo perdido en la montaña. Ella caminaba aparentemente normal, pero había algo en su forma de andar que me llamaba la atención, así que la seguí hasta un parque en el que se sentó en un banco, como si esperase la llegada de alguien importantísimo que llagaba tarde, pero según pasaban los minutos me di cuenta de que María parecía hablar, pero no había nadie a quien pudiera hablarle, así que me acerque a ella con mucho sigilo para oír lo que decía o murmuraba. Me escondí entre dos árboles que estaban detrás del árbol y agudice el oído bien ya que hablaba en voz muy baja, ella decía algo así como que tenía que huir por algún asunto que no llegue a oír, porque entonces una voz de hombre habló, pero no había nadie más por ahí y lo curioso es que respondía a María, y que esta miraba a un punto indefinido prestando mucha atención, luego no seque paso, por que la voz del hombre me había dejado perplejo, pero salí de mi estupor en el momento en el que María rompió a llorar diciendo un montón de cosas sin sentido para mí, decía que no quería huir que quería quedarse con los suyos, mientras que el hombre invisible le decía que debía separarse de los suyos sin dejarles la más mínima esperanza de volverla a encontrar. Aquello que oí aquella tarde lo guarde para siempre en mi memoria, para motivarme a la hora de intentar volverla a encontrar, para no creer que me había vuelto loco, pese a las miradas de temor y pena de la gente que pensaba que había muerto el día siguiente a este fatídico día.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Correcciones: me canse, llegue, no se que. Bien, con una sensación de levedad y suspense.