A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

domingo, 31 de enero de 2010

Mis profesores.

Tengo buen recuerdo de muchos profesores, de algunos no tanto, pero mi profesora preferida ha sido Lourdes, porque nos trataba muy bien, sus clases eran divertidas y hacíamos manualidades que nunca nos hubiéramos imaginado, como los cabezudos de papel de periódico con un líquido muy raro y las caretas de carnaval. Eso sucedía mientras estaba en 3º y 4º de primaria, pero después pasé a 5º y nuestra tutora cambió. Ahora sería Isabel. Era muy maja pero nosotros éramos tan "problemáticos" que la hicimos la vida imposible. Isabel nos daba Inglés y lengua y Don Eduardo (ya mencionado en el texto de Cristina antes de que lo censurasen) nos daba Cono. y Matemáticas.
Al llegar al instituto, echaba de menos las clases de informática y los días que nos tocaba jugar al fútbol. Cuando llegamos al instituto, nos chocaba la forma de trabajar de ciertos profesores, por ejemplo de Araceli, que nos trataba como si estuviéramos en el ejército. Nuestro profesor preferido era Enrique, ya que por primera vez en nuestra vida podíamos hablar y hacer todo lo que quisiéramos en una clase. Me acuerdo del día en el que rodamos la película. Iván, Kristian y Enrique se fueron a comprar al Gigante lo que se suponía que iba a ser el banquete. Mientras los demás estábamos en la zona común de mi urbanización preparándolo todo para la ceremonia en la que se íbamos a casar a Kristian con una tarta. Después Taum, Aitor e Iván se metieron en la piscina con la ropa. ¡El agua estaba verde!
En 2º de la ESO, también tuvimos a Enrique, pero en 3º, se nos acabó el chollo, nos tocó con Isabel. Fue un cambio bastante grande. El peor curso, 3º, el cambio que había desde 2º era impresionante. Encima empezábamos con biología y física y química con un profesor muy exigente. Ahora estamos un 4º y dentro de poco llegaremos a bachillerato. Todo cambiará y nos separaremos.

TIEMPOS PASADOS

Era nuestro año, por fin éramos 'los mayores' del cole, y por lo tanto, nuestra clase estaba arriba. Ése no fue uno de mis mejores años, pero dejó huella en mí. En clase las discusiones eran constantes con Débora y Lucía. Nunca estábamos de acuerdo en nada, y encima, la profe me tenía manía. Jamás olvidaré aquella en la que yo opinaba que los delfines se comían,y ellas no. Estuvimos toda la clase discutiendo, y para más inri, cuándo se lo preguntamos a Angelines( la profe), no me dio la razón. Para ella yo nunca la tenía.
Sin embargo, cuándo tocaba el timbre y anunciaba la hora de salir al patio, todos estos conflictos se olvidaban y todos nos llevábamos bien. Recuerdo aquel carnaval en el que Paco ( el profesor de música), estaba probando el sonido en el patio, para la fiesta qué posteriormente por la tarde se celebraría. Mari y Aitor empezaron a bailar y de repente se hicieron novios. Inmediatamente, en el otro recreo, todos organizamos una boda. Mientras que El Espi se preparaba para ser el cura, las chicas perseguíamos a Mari y los chicos a Aitor, porque no querían darse el beso final de matrimonio.
Inolvidables fueron aquellas fiestas de la Paz en las qué Paco dibujaba una paloma de la paz gigante en el patio con tiza. Cuándo tocaba el timbre que anunciaba el fin de la clase y el comienzo de la fiesta, todos salíamos corriendo de las aula (los profesores regañándonos por ir corriendo), y nos revolcábamos en la tiza. Al final todos terminábamos blancos, y cuándo salíamos por la puerta para irnos a casa y nuestras madres nos veían, se ponían a cuchichear entre ellas y a ponerse hechas unas fieras. Algunas decían ' ya te advertí , para el año siguiente no te revolcaras en la tiza, y como me has desovedecido, hoy no te compraré cromos de pokémon'. Otras decían ' ¡ cómo no me has avisado de que hoy era la fiesta de la paz! ¡Si lo hubiese sabido no te hubiera puesto el jersey nuevo!.
También recuerdo algunas de las trastadas de Ginés. Una fue cuando encontró a su amor platónico. Me acuerdo que Mari Carmen, la profe de religión, se dio de baja, entonces cómo sustituta vino un chica jovencita de unos veinticinco años. Fue en aquella época cuándo los pantalones de tiro bajo se empezaban a llevar, y ésta profe (no me acuerdo del nombre) los llevaba, junto con camisetas escotadas. Entonces el listillo de Ginés se dio cuenta de que cada vez que le pedían ayuda, ésta se agachaba para estar a la altura del alumno.Curiosamente Ginés empezo a pedirle ayuda constantemente. Nadie de la clase le comprendíamos, hasta que un día confesó qué cada vez que se agachaba le veía el tanga o los pechos. Todos nos empezamos a reír pero Ginés seguía haciendo lo mismo. Decía que estaba enamorado de ella.
Para finaliza me gustaría recordar algunas anécdotas de la clase de música.
La primara transcurría cuando teníamos a Paco como profesor. Recuerdo que siempre nos enseñaba bailes y canciones. Una canción muy típica era la de ' Inés , Inés, Inesita, Inés, tres hojitas verdes...', entonces para fastidiar a Ginés, la versionábamos 'Ginés, Ginés, Ginesito, Ginés, tres hojitas verdes tiene...'. Cuándo la cantábamos Ginés se ponía hecho una fiera y el profe nos regañaba, aunque nunca llegamos a hacerle caso.
La ultima anécdota alude a Lucianito (el padre de Lucía Carbonero, y profesor de música). Recuerdo cuando se ilusionaba y creía que era un director de música. Empezaba a hacer gestos raros para dirigir nuestra orquesta de flautas desafinadas, y no se porqué, ya que ninguno le entendíamos. También es digno de mención su famoso da capo.

Mis juguetes

Nunca he puesto nombre a mis peluches, bien porque no se me ocurría ninguno apropiado o bien porque simplemente no lo consideraba necesario. Para mí eran simplemente el conejo, el oso, el perro o el peluche rosa con alas.
El que más me gustaba de todos era el oso grande. En verdad se suponía que era una osa ya que venía con un osito pequeño que era su hijo, aún así a mí me parecía que tenía cara de chico y no de chica de modo que así se quedó. Era muy bonitop, tenía un pelaje largo y suave de color caramelo y por ojos tenía dos botones. Pero lo que le diferenciaba del resto de mis peluches era que al apretarle en cierto punto del brazo sonaba una canción que me encantaba y con la que muchas noches me quedaba dormida.

Muchas veces dormía con uno de mis peluches, cada vez con uno distinto para que todos pudieran estar conmigo.
A diferencia de otros niños, yo cuidaba muy bien de mis juguetes y solía ponerme triste o sentirme culpable cuando se me rompía alguno. Recuerdo una vez que estaba jugando con mi oso de peluche y lo dejé un momento encima del radiador de mi habitación. Cuando volví noté un ligero olor a quemado y fui corriendo a visar a mi madre. El oso se quedó con los pelos de la espalda más oscuros que los del resto del cuerpo pero eso no fue lo peor: el mecanismo mediante el cual se escuchaba la canción ya no funcionaba y en su lugar se oía una especie de gruñido como si se estuviese quejando por lo que le había hecho. Después de aquello, de vez en cuando, el oso empezaba a cantar la canción terminándola de una manera extraña, como si se estuviese ahogando y eso pasaba tanto de día como de noche por lo que terminé por cogerle miedo.
Mi segundo juguete preferido era una muñeca. Era la primera muñeca que tuve, me la regaló mi abuela cuando yo tenía dos años. Tenía los ojos azules y el pelo rubio recogido en dos coletas. Siempre llevaba puesta la misma ropa: un vestidito rosa y blanco con flores, y no tenía zapatos por lo que para que no tuviese frío le pedí a mi madre que le comprara al menos unos calcetines.
Otro de los juguetes con los que podía pasarme una tarde entera jugando eran los playmobil. Tenía la granja, el parque y el barco. A mí me encantaban sobre todo por todas las cosas diminutas que traían: rastrillos, palas, cubos para la arena incluso botellas de agua.
Ahora todos mis juguetes están olvidados en el trastero de mi casa pero aún así siempre guardaré un buen recuerdo de ellos .

miércoles, 27 de enero de 2010

ALGUNOS PROFESORES....RAROS

A veces pensaba como sería la vida en el instituto, los profesores, ese gran cambio y todo lo que me habían contado, pero no quería perder a unas personas que durante todos esos años habían estado a nuestro lado enseñándonos cosas.

De algunos profesores de primaria me acuerdo por su forma de ser, algunas muy estrictas pero buenas personas otros totalmente diferentes con los que ni un momento se desaprovechaban y no te podías aburrir.

Por eso en este relato voy a escribir sobre algunos profesores del colegio e instituto que me han sorprendido con su forma de ser.

EN EL COLEGIO

José María fue el tutor de mi clase 3º A , era muy buena persona todos los días nos reíamos con él, en las navidades tenía una costumbre muy rara. Todos los días venían los Reyes Magos, nos dejaban muchas chucherías en platos que estaban al lado del belén.

Había una profesora del medio ambiente, salíamos la mayoría de los días al campo por el que no podíamos pisar ninguna planta siempre teníamos que mirar el suelo por si pisábamos sin querer una planta o un insecto, era un poco maniática, necesitábamos cuadernos pero no cuadernos normales, tenían que ser de hoja reciclada y por supuesto no podíamos comprar cuadernos con anillas. Cuando íbamos de excursión no podíamos llevar agua para que nos acostumbrásemos a sobrevivir en el desierto, lo sé resulta extraño y exagerado pero era así, también cabe mencionar que respetar el medio ambiente era en las clases porque tenía un todoterreno con el que iba pisando toda la vegetación.

EN EL INSTITUTO

En el instituto tuvimos dos profesores que no eran de Arenas, venían a sustituir a otros dos profesores.

Uno de ellos se llamaba Ismael creo recordar, sustituía a la profesora de inglés, la verdad que en esas semanas que estuvo con nosotros no aprendimos nada, el día en el que nos enteramos de que había trabajado en Orange, ese día el mismo nos dijo lo que decían los trabajadores de Orange : “ bienvenidos a Orange ¿en qué puedo ayudarles?” fue muy divertido.

El otro profesor, no me acuerdo de cómo se llama, pero nosotras le llamábamos el “puntillo” debido a que el primer día de clase nos dio la definición del punto la que definía del siguiente modo: “el punto es la cosa más pequeña que podemos hacer con un bolígrafo es decir un punto” no se me podrá olvidar nunca, con estas palabras fue con las que inició el curso y le terminó pues no hacíamos nada con él, solo se molestaba en encender el ordenador y chatear, bueno también de vez en cuando soltaba alguna frase como “cállate niño” pues esta persona no se molestaba ni en aprenderse nuestros nombres .

MIS TESOROS, LOS JUGUETES



Reconozco todo los muñecos que he tenido, recuerdo cada nombre de cada uno de ellos sean Clic, Barbies o Nenucos.


Nada más nacer me regalaron muchos peluches blanditos para niños pequeños, eran bastante grandes, patitos, conejos y ositos de todo tipo de animales. Recuerdo que uno de ellos me daba miedo, era el pato Tontorrón (le llamaba cuando crecí), era un pato grande, que con 1 año me daba mucho miedo, cuando me apoyaba en el empezaba a hacer ruidos.Supuestamente imitaba a un pato pero no sé si serían las pilas, porque más que parecer un pato normal parecía un pato recién atropellado.


A partir de los dos años como a todas las niñas me empezaron a gustar más las muñecas que todos esos peluches de animales.


Todos los años en las navidades y en mi cumpleaños me regalaban muñecos, con accesorios, carritos, el wáter del Cocolí Popo, el armario del Nenuco, la cuna, la bañera….


En el 2000 justo el día en el que nació mi hermana mi padre me llevó a una tienda de juguetes para comprarme uno. Me compraron un Epi con una guitarra eléctrica que cantaba muchas canciones. Recuerdo que el día que le estrené estaba en el hospital con mi tío, sentados en las escaleras pulsábamos una y otra vez el botón de las canciones hasta que los médicos nos llamaron la atención. Yo todavía era muy pequeña para darme cuenta de esos detalles.


Las Barbies me gustaban mucho pero las Bratz las superaban, me encantaba cambiarlas de ropa y de zapatos dejándoles con los muñones de los pies que tenían.


Los Clics me gustaban mucho tenía la granja, estaba llena de animales y recuerdo pasar horas y horas jugando con ellos, terminaba de comer y cuando me quería dar cuenta ya era la hora de cenar.


Los muñecos eran mis preferidos no sé cuantas horas habré jugado con ellos en lo que llevo de vida pero sé que han sido muchas horas. Mis favoritos eran los Nenucos y los Baby borns tenía 4 Nenucos, dos gemelos y dos niñas y 2 Baby Borns el niño y la niña aunque en realidad no se diferenciaban en nada.


Así poco a poco fui llenando la buhardilla de juguetes hasta crear mi propia casa de muñecos que ahora la gran mayoría pertenecen a mi hermana.

lunes, 25 de enero de 2010

=)) En el Colegio

Cuando llegué al instituto en primero, pensé que echaría de menos muchas cosas del colegio. Por ejemplo a mis amigas, que se iban todas al instituto de arriba y yo me venía al de abajo casi sola. Solo venían unas pocas personas de la que antes había sido mi clase. Me acordaba del primer día que fuimos al colegio de arriba, y de nuestro primer año allí. No sé si sería por la emoción de lo nuevo o por la edad que nos hacía tener una imaginación más allá de lo normal, pero no tardamos nada en inventar un misterioso fantasma que vivía en el baño de las chicas del piso de abajo y que nos traía a todos de cabeza. Incluso un día que se inundó uno de los baños, por accidente supongo, lo atribuimos rápidamente a actividades paranormales causadas por el supuesto fantasma. Cuando finalmente se nos pasó la fiebre de los fantasmas, ésta dio lugar a la de las cabañas. No eran cabañas propiamente dichas, claro, aunque todos soñábamos con un idealizado e imposible refugio. En realidad se trataba solo de trozos de patio, donde nos juntábamos en grupos y los cuidábamos como si se tratase de casas reales. Cuando nos peleábamos entre nosotros y algunos se separaban para fundar otro fuerte, comenzábamos guerras y batallas. Recolectábamos bolas de los árboles y aceitunas y corríamos por el olivar tratando de defender nuestro refugio. Cuando no había con quien pelear, nos dedicábamos a coger lo que se suponía que era comida, aunque no eran más que distintos tipos de hierbas, palos, arenas y otro montón de cosas que encontrábamos por el patio. También hacíamos escobas con las ramas de los pinos y barríamos el suelo de arena, algo inútil y absurdo, que en el fondo, supongo que nos hacía sentir mejor, más responsables o quizá tan solo más propietarios de ese trozo de patio. Mirábamos por la ventana, esperando que el viento no hubiese descolocado nuestras cosas, bien colocadas antes de entrar de nuevo a clase, y deseábamos volver a salir para comenzar de nuevo nuestra vida en las cabañas. Cuando una vez a la semana nos tocaba jugar al fútbol en la pista, todos los chicos hacían un equipo y jugaban contra el otro curso y nosotras, de vez en vez, nos acercábamos a las gradas para sentarnos y ver el partido o tan solo animar a nuestro equipo.




En el instituto, las cosas son diferentes. La gente y los profesores son diferentes. No creo que eche tanto de menos el colegio ahora, aunque siempre me apetece pasar por allí y recordar aquellos rincones que esconden momentos del pasado, trozos de nuestras vidas, donde dejamos parte de nuestra imaginación y toda nuestra infancia.


Costumbres navideñas.

Estas últimas navidades han sido más largas de lo habitual.
El último día de clase fue el lunes 21 de diciembre, esa mañana me levante y aún dormido, levante la persiana de mi habitación y mis ojos contemplaron aquella maravillosa nevada.
Aún así como Eduardo, el conductor de autobús nos lleva a Arenas sea como sea, bajé a la plazoleta. Al salir de casa pisé la nieve y note como el agua entraba por la zapatilla, por lo que me puse una bolsa de plástico en cada pie para evitar mojarme.
Unos minutos más tarde llegué y vi el autobús arrancado y de pronto dije: ¡ Mi…! no puede ser… me acerqué al autobús y al ver al conductor bajando y moviendo la cabeza de lada a lado, cambio mi cara, ¡no podemos bajar!
Esa tarde fuimos a la sierra con unas tablas y unos sacos de plástico. Nos lo pasamos genial, lo único malo fue que llegue a casa empapado.
Una costumbre de mi familia es que vamos a una finca llamada Las Majadas, donde cenamos en nochebuena.
También los primos nos divertimos haciendo polvorones y jugando a un montón de juegos. El rey de esta nochebuena ha sido el póker, jugábamos mis primas, mi tío y mi tía y yo.
Mi tío y yo siempre nos reímos de discurso del rey, aunque, no se que tiene de gracioso pero… ¡somos así!. Otra cosa mítica es la botella de champán, todos los años nos dedicamos a intentar apuntar con la botella a un cencerro y cuando el tapón sale disparado, nunca le damos.
También en nochevieja nos reunimos toda la famila para despedir el año. Como es habitual ente mi primo Luis y yo, estamos toda la noche picando a mi primo pequeño.
Cada año mi abuela prepara su clásico cabrito, que por cierto esta… riquísimo.
Todos tomamos las uvas menos mi primo pequeño que come gominolas, ningún año todos hemos logrado tomar las uvas con cada campanada, que si un año fulanito se toma una antes, que si menganito no se entera de una campanada…
Luego brindamos por el año nuevo y…¡bip, bip! Montones de mensajes al móvil para felicitar el año.
Unos días mas tarde los Reyes, ese día tan esperado con tanta ilusión.
Al despertarse mi hermana, va habitación por habitación gritando: ¡que han venido los Reyes! Entonces bajamos al salón y abrimos los regalos.
Más tarde vamos a la casa de mi tía, que está en la misma calle que mi casa. Yo dejo el dedo pegado al timbre para que mi tío se enfade un poco.
Al sonar el timbre se escucha detrás de la puerta:¡ ya esta el niño con el timbre, hay que joderse! Pero se le pasa rápido el cabreo.

CUANDO ERA PEQUEÑA ^^

Cuando era pequeña, adoraba los peluches. Siempre recordaré en especial, una osa de color rosa. Creo que nunca llegó a tener nombre, o si lo tuvo, ya ni siquiera me acuerdo. Para mí era simplemente “la osita rosa”. De hecho, es probable que tuviese una pequeña obsesión con el color rosa. Cuando jugaba a las cocinitas, otro de mis juegos favoritos, siempre cocinaba “arroz rosa”. Y muchos de los vestidos de mis muñecas también eran rosas. A pesar de que tenía muchísimas muñecas, casi no tuve Barbies, a diferencia de casi todas mis amigas. No me gustaban demasiado sus cuerpos pequeños y de plástico duro, con esos vestidos tan pequeños y entallados. No podían ocupar el lugar de mis peluches, ni su valor para mí.


Mi habitación también ha cambiado mucho desde entonces, donde ahora hay libros y trastos de decoración, antes había juguetes, muñecos y disfraces. También recuerdo con cariño una tira con osos que recorría las cuatro paredes de la habitación. Muchos de mis antiguos juegos, ahora han quedado olvidados en algún rincón de mi mente o metidos en cajas encima del armario.

De entre todas las muñecas que he tenido, a la que más he querido, ha sido una muñeca con pelo rubio y facciones agradables que hacían irremediable que te gustase nada más verla. Así les pasó a todos los niños a los que se la enseñé e incluso a algunos adultos. De hecho la muñeca no era mía en un principio, sino de “Ti-Anto”, a quien siempre le han encantado las muñecas. Me acuerdo de que tenía una habitación llena de muñecas a la que llamamos en un golpe de originalidad “La habitación de las muñecas”. Siempre que podía, buscaba a “Ti-Anto” y le pedía que me llevase allí y ella, me enseñaba todas las muñecas, una y otra vez. Algunas eran muy antiguas y otras algo más nuevas, pero todas tenían su historia. Yo la escuchaba hablar mientras les cambiábamos el vestido y los zapatos.

De entre los muchos cuentos que mi madre me leía antes de dormir, recuerdo en especial, uno cuyos cuentos eran tan cortos que se contaban en dos minutos, o quizá en cinco, siempre lo ponía al principio de cada cuento y así según lo tarde que fuese, podíamos leer uno u otro. También me acuerdo de un cuento sobre un pez con escamas brillantes, y de la colección de cuentos de Teo. Muchos los sacaba de la biblioteca y otros me los compraban mis padres.

Pero con los años cambian las cosas y aunque ahora ya no haga caso a mis muñecas, mis juguetes, o mis libros de cuentos, siempre les tendré un cariño especial a todas esas cosas.

Tan solo recuerdos...

En mi habitación quedan muchos recuerdos de mi infancia. Cuando yo era pequeña, al ser la primera hija en nacer y la primera niña de la familia mucha gente me regalaba peluches y muñecos. Ahora en mi habitación quedan bastantes aunque algunos están guardados, de los que más recuerdo tengo son un oso grande blanco, una osita naranja un poco más pequeña, una osita blanca, y por último un peluche rojo y blanco que me lo regaló mi padre. Esta familia de osos siempre la comparaba con mi familia. Todos estos ositos están muy bien cuidados porque aunque me haya pasados muchas horas jugando con ellos, a ninguno le falta ningún ojo, ni están pintados, siguen igual de suaves que el primer día. El oso blanco, es el más grande, muy suave, sus ojos y nariz negros como el carbón, con pelo larguito que me encantaba abrazarme a él, con sus manos azules claritas. La osita naranja tiene el pelo diferente no tan suave, tiene una lengua rojo pequeñita que sale de su boca y también unos grandes ojos y nariz negros, sus pies y orejas son de color morado con unos lunares blancos, su boca también es de color blanco. La otra osita, que decía que era yo, aunque ahora cuando lo veo a mi me parece más un osito que una osita, pero como yo decía que era mi familia pues así se ha quedado como una osita. Es de color beige y su pelo es como el de la osita naranja, en sus mofletes el pelo es más largo. Sus ojos son más pequeñitos y marrones, su nariz también es marrón y grande. Lleva ropita, lleva una corbata rosa y azul de flores, con una chaleco azul que se puede quitar y poner, una camisa blanca con rayas azules claritas, y por último unos pantalones azules como el chaleco, en este caso y en el de la camisa no se podían quitar. Ya solo me queda uno por describir. Este oso es blanco con el pelo como el del oso naranja, las orejas, nariz y sus patas son de color rojo, y tiene unos grandes ojos negros.

Me ha contado mi madre que a mí sobre todo me gustaba jugar con los niños en el parque, en la arena y el barro, aunque también me tocó jugar algunos ratos sola, pero pronto nació mi hermano y siempre jugaba con él. Aparte de todos estos peluches a mi me encantaba jugar con las barbies y los nenucos. En la nave de mi casa tenía una habitación en la que con mis amigas jugaba mucho tiempo, también nos íbamos a jugar a una nave de Coral, cuantas horas habremos pasado en esa nave. Siempre lo estábamos colocando todo, casi nunca llegaba a estar bien colocada porque nos poníamos a jugar y otra vez el desorden. En esa nave tengo miles de recuerdos y todos son bonitos, siempre nos estábamos riendo sin preocuparnos por nada. En esa nave teníamos desde muñecas casi tan altas como nosotras hasta muñecas muy pequeñas, “los pinipon”. Y ahora ya en la nave todos los muñecos están guardados en cajas y nada es igual, me da un poco de pena, pero la vida sigue y ahora me divierte mucho más pasar la tarde con mis amigas hablando y salir de fiesta.

domingo, 24 de enero de 2010

Aún conservo mis juguetes

En frente de mi casa tenemos un garaje muy grande, con ventanas, en el que siempre he jugado con mis amigas. Al lado, en la calle, hay una fuente pública que yo consideraba mía. En ese local estaban todos mis juguetes, entre ellos un muñeco que olía a chocolate blanco. Me lo regaló mi abuela y me gustaba tanto que siempre lo sacaba. Otro de mis preferidos era un peluche. Se llamaba Neli y era una perra de pelo largo y blanco que tenía seis cachorritos en la tripa. Nos entreteníamos mucho peinándola y sacando a las crías una a una, todas de diferente color. Me encantaba jugar con las muñecas recortables y cuando terminaba de recortar toda la ropa de una, cogía otra para seguir recortando. De vez en cuando, si no hacía frío y salía el sol, lavábamos los muñecos en la fuente y los poníamos a secar. A veces jugábamos a las tiendas. Colocábamos dos mesas, una enfrente de otra, poníamos encima todas las cosas que pillábamos y pagábamos con dinero hecho de papel. Con la plastilina hacíamos todas las comidas que se nos ocurrian, eso era el menú. Nos inventábamos un nombre, casi siempre utilizando nuestras iniciales, y montábamos un restaurante. Cuando no nos quedaba plastilina, mi madre hacía una casera, con harina, agua y sal y como no tenía color, la pintábamos con témperas. Lo peor de la plastilina casera es que se seca y luego no se puede formar otra figura. Cuando iba llegando la Navidad hacíamos figuritas para el belén, la virgen, san José, el niño Jesús, gallinas, cerdos... y cada año añadíamos alguna más. Todavía sigo poniendo en mi casa el belén de plastilina. Cuando era más mayor hacía puzzles con mi hermana y también con mis amigas. Cada vez los hacíamos más difíciles y grandes, pero nunca nos cansábamos. También jugábamos con "barbies" y "brazs", cada una de mis amigas llevaba las suyas y juntábamos bastantes. Todas las tardes del verano, al venir de la piscina, íbamos corriendo a por ellas. Algo que me gustaba mucho hacer, era dibujar y pintar: me ponía en un lugar de mi casa y dibujaba lo que veía desde allí, luego me ponía en otro sitio y hacía lo mismo: el salón de mi casa, el recibidor, el piso de mi abuela... También copiaba las ilustraciones de los calendarios y estaba esperando a que empezara otro mes para cambiar de foto. Para los cumpleaños de mis padres les regalaba un dibujo y si tenía mucho tiempo les daba unos peluches hechos por mí con alambres, algodón y tela cosida alrededor. Los más bonitos fueron una muleta que hice a mi padre cuando le operaron de la rodilla y una flor de tela que regalé a mi madre para su cumpleaños.
En frente de mi casa, sigue estando la fuente y el garaje con todos mis juguetes dentro.

La muñecas

Cuando era pequeña tenía muchísimas muñecas, aunque no tenía ninguna preferida ya que al final las acababa estropeando de un modo u otro, y perdía sus complementos. De pequeña era un desastre a la hora de cuidar mis cosas, o bien las rompía sin querer o bien las perdía, pero es normal que esto le pase a una niña de cinco años. Supongo que en el fondo sabía que eran unas baratas imitaciones de plástico de unos bebés, que si les apretabas el brazo se hacían pis en el pañal, y si las acunabas se quedaban dormidas. Todas eran iguales y al final me acababan aburriendo, así que se quedaban olvidadas en un rincón hasta que llegaba otra muñeca nueva, entonces sacaba a todas las muñecas y hacía una especie de competición para elegir a mi preferida que siempre era la nueva.
No he tenido nunca ninguna muñeca preferida, pero me acuerdo especialmente de una, tenía la piel suave y blandita, como la de un bebé, llaraba cuando la dabas palmaditas en la espalda, y se dormía cuando la acunabas. Esta muñeca no tenía un nombre fijo, quiero decir que su nombre cambiaba según el día y el estado de animo que tuviese en ese momento, había veces que ni siquiera tenía nombre. Pero por lo que recuerdo a esta muñeca en especial es porque una vez se me callo por las escaleras y al ir a recogerla descubrí que increíblemente le había salido un chichón en la frente. Es extraño, lo sé, pero más me impresionó a mí cuando la vi, yo no sabía que a las muñecas también les podían salir chichones, de hecho todavía le tiene.
Cuando tenía tres años mi hermana jugaba conmigo a las muñecas, y las compartía con ella, la verdad es que no recuerdo mucho de esto, solo me acuerdo de una vez que estábamos jugando a los médicos con un muñeco, y algunas veces me tocaba a mí hacer de muñeco. Pero mi hermana se cansó de esto al poco tiempo, así que todas sus muñecas pasaron a ser para mí. Como un muñeco que tenía, que se llamaba Cocolín Popo, aquel muñeco nunca me gustó.
También recuerdo que tenía barbis y varías casitas para estas, pero lo que más me gustaba era montar casitas para ellas, cogía algunos trapos que hacían suelo y algunas cajas que hacían de camas o de mesas, y en poco tiempo ya me había montado una casita improvisada para las muñecas. Lo malo de las barbis es que siempre jugaba sola y me aburría, mi hermana ya era muy mayor para jugar conmigo y me tenía que inventar yo solita las historias que a menudo parecían telenovelas. Supongo que como todas las barbis que tenía eran chicas las cortaba el pelo para que fuesen chicos, y así la historia tenía más o menos sentido.

Mis juguetes preferidos.


Yo nunca he sido un niño de jugar solo, mas bien jugaba siempre acompañado con mis amigos en sus casas, en la mía, en la zona común de la urbanización... Nos pasábamos todo el día jugando al fútbol y en verano lo alternábamos con la piscina. Un año me dio por jugar a los playmobil y a las canicas junto con mis amigos. No me gustaba jugar solo y tampoco estar viendo la televisión.
Enrique, mi vecino de al lado tenía la playstation 1, y eso era una novedad impresionante. Ami me encantaba y casi no jugábamos por que estaba cansado de jugar. Yo le daba la paliza todos los días para jugar, pero muy pocos lo conseguía.
También nos gustaba un juego de mesa ( que más bien es de suelo) que se llamaba grandes batallas. Consistía es destruir a cañonazos, con catapultas y demás cosas, la fortaleza y al rey del equipo contrario. Ese juego nos encantaba a todos.
Otras veces nos daba por el escalestrix. Juntábamos 3 escaletrixs, el mío, el de Taum y el de Nacho. Era tan largo que lo teníamos que poner en el garaje para que cupiese. Nos tirábamos tardes dando vueltas con los coches y desmontándolos para hacer otros mejores.
También me gustaba jugar con coches tele dirigidos y con los G.Y. Joes que heredé de mi prima Sandra.
Muchos días no hacíamos nada, ya que no sabíamos lo que hacer.

sábado, 23 de enero de 2010

ILUSIONES PASADOS

Recuerdo aquel caballito de madera, con crines de lanas y ojos de cristales. Todavía recuerdo nuestro primer encuentro. Era la mañana de Reyes y el venía decorado con un estravagante lazo rojo. Mis padres me obligaban a mirar a la cámara de vídeo pero a mí no me interesaba. Aquellos ojos color ceniza me habían cautivado. Yo los miraba con asombro, y él me miraba a mí. Su boca inmóvil me pedía a gritos que montara en él.
Cabalgar sobre él era una sensación maravillosa. Parecía escapar de entra aquellas cuatro paredes de mi cuarto. Los segundos parecían horas, parecían días, parecían meses.Cada vez que me subía en él vivía una nueva aventura, mi mente me transportaba a lugares remotos. Quizás hoy estuviese en la montaña, y mañana, sin más, en una cueva oculta. Pero lo que nunca olvidaré de él es que siempre estuvo a mi lado. Era más que un juguete, más que una diversión, era uno de esos amigos que siempre te serán fiel. Siempre que quería ir a cualquier sitio él estaba aquí. Pero quizás lo más sorprendente es que nunca llegué a ponerle nombre, siempre será "a cabayiito". Él nunca me abandonó, fui yo. Yo le cambié por mis zapatillas de ballet. Llegó un momento en el que esa chispa se apagó. Le miraba a los ojos y no me transmitía nada. Sólo veía lo evidente, aquellos ojos de cristal viejos y la boca deshilachada.Día tras día el se sentía más fatigado cuando montaba sobre él. El lazo de acero que nos unía poco a poco fue convirtiéndose en seda, cada vez más delicado y frágil. Ya no merecía la pena seguir con aquello.
Otro de mis grandes amigos fue Uva. Le conocí en el antiguo Pricra en Madrid. En aquellas fascinantes excursiones que tan eternas se me hacían. Recuerdo perfectamente que cogí de mi casita de los juguetes varios de éstos para entretenerme en el viaje. Al entrar en el área comercial todo me parecía gigantesco , me asustaba, pero al final del pasillo, estaba él, mirándome con cara de pena intentando convencerme de que fuese su amigo. Le cogí enseguida, pero mi madre no estaba muy convencida. Me dejó coger un carrito de bebé y lo paseé por toda la tienda. Para mí era como haber descubierto a aquel "juguete" que en tu vida olvidarás. Aún no entiendo cómo convencí a mi madre pero conseguí traérmelo a casa.
Uva nunca fue un burrito alegre. Aún así, a mi me parecía la persona con la que podría compartir mis secretos y preocupaciones. Él me transmitía seguridad. Hubo una época en la que no lo pasé bien en el colegio, y fue él, el que me ayudó a salir de aquella profunda tristeza.
Uva todavía sigue en un de mis estanterías, pero es cómo si hubiese muerto. Físicamente sigue ahí, pero lo que hace realmente un gran amigo, a un simple juguete, se ha esfumado, no ha dejado rastro. De vez en cuando le miro y recuerdo todo lo que pasamos juntos, pero una tristeza me invade por momentos. Fui yo la culpable de que muriese. Cuándo mi inocencia desapareció, su alma se fue junto a ésta.

viernes, 22 de enero de 2010

Navidad

Normalmente celebro las navidades en Arenas aunque ha habido algún año que las he celebrado en Ibiza con mi padre. En mi casa ponemos el árbol y colocamos los adornos una semana antes de Navidad más o menos. Cuando era pequeña poníamos el Belén y cantábamos villancicos el día de Navidad pero el Belén ya no lo ponemos casi nunca y los villancicos los canta mi abuela si acaso. El día de Nochebuena nos reunimos todos, vienen mis tíos y mis primos de Madrid a la casa de mi abuela o la que tienen ellos a las afueras de Arenas. La cena la suelen preparar mi tía y mi madre y yo si me aburro y no tengo nada que hacer las ayudo un poco. Antes era mi abuela la que preparaba la mayor parte de la cena pero ya no puede hacerlo porque está muy mayor y dice que ya no se acuerda de cómo se hacían los platos. Al día siguiente, el día de Navidad, nos volvemos a juntar todos para cenar. Que yo recuerde todos los años hemos cenado prácticamente lo mismo: sopa de pescado, angulas, langostinos y por supuesto turrón y mazapán de postre. Después vemos lo que pongan en la tele o hablamos hasta que nos vayamos.La noche de Nochevieja, mientras cenamos, escuchamos el discurso del rey ya que no hay otra cosa en la tele. Después de haber comido el postre, mis primas y yo preparamos las uvas antes de que mi madre las sirva. Yo casi ningún año logro comerme todas las uvas antes de que terminen las campanadas, siempre me empiezo a reír poco después de comenzar a comermelas y solo me como cinco o seis o directamente las vuelvo a escupir al plato...
Y bueno, estas son mis Navidades, no son nada especiales pero aún así me gustan.

jueves, 21 de enero de 2010


En vez de contaros mis tradiciones navideñas, he decidido contaros algunas de las tradiciones más interesantes del mundo:

En Noruega esconden todas las escobas y trapeadores en la víspera de navidad porque era tradicionalmente creído que las brujas y otros espíritus voladores malignos salían en medio de la noche para volar alrededor de su casa.

Dos semanas antes de navidad, los niños se acercan silenciosamente a su mama y le atan los pies gritando “Día de la madre, día de la madre, que darás para que te dejemos libre?” (En Yugoslavo rima) Sorprendentemente ella les da regalos! A la semana siguiente los niños realizan este mismo truco sobre su padre y más regalos.

En Portugal, la comilona llamada “Consoda” es llevada a cabo la mañana de navidad. Lugares extra son colocados en la mesa para las almas de los muertos a los que se les ofrece comida con la esperanza de que esto traiga la suerte de regreso a la familia durante el año que viene.

Los italianos decidieron dejar atrás la oportunidad de usar un árbol de navidad y optaron mejor por unas pequeñas pirámides de madera las cuales ellos decoran con frutas.

En Caracas las calles son bloqueadas en la víspera de navidad para que las personas pueden montar en sus patines hasta la iglesia.
Es considerado buena suerte encontrar una telaraña en su árbol de navidad la mañana de navidad así que se ha vuelto una tradición Ucraniana colocar telarañas artificiales en los arboles como parte de la decoración.

Las tarjetas rojas de navidad tal vez sean populares en el mundo pero en Japón serían consideradas de muy mal gusto. Por qué? Porque ellos envían sus notas fúnebres en tarjetas rojas.

Diciembre se supone que es un tiempo de gozo para entrar en el espíritu navideño y pasar tiempo con la familia. En partes de Austria, Babaría y Suiza, el último mes del año es también un tiempo especial para que los niños sean asustados! Tradicionalmente, los jóvenes se disfrazan de Krampus, una creatura demoniaca equipada con campanas y palos, los cuales están acompañados usualmente por el Nikolaus (una especie de Santa Claus) y vagan las calles para asustar los niños y adultos. Esto se llamado un Krampuslauf.

Kiviak es un plato navideño de Groenlandia el cual por alguna extraña razón, no ha sido adoptado por otras naciones. Es hecho usando la carne cruda del alca (un ave de caza acuática) la cual ha sido enterrada bajo una piedra enrollada en piel de foca por varios meses hasta que ha alcanzado un avanzado estado de descomposición. Apa rentemente, huele como un queso azul viejo su sabor es muy cortante.

En este país las personas ponen a volar globos por los aires durante la noche de navidad como expresión de gozo y alegría por esta fecha tan especial. Lastimosamente estos globos causaban muchos daños cuando caían sobre las casas de otras personas y las incendian .

lunes, 18 de enero de 2010

LAS TRADICIONES CAMBIAN ^^

No esperaba nada nuevo de aquellas Navidades. Hasta el momento habían sido exactamente iguales que el resto de los años. Los días que pasábamos en Madrid, en un ir y venir, perdidos en un océano de posibilidades: museos, cines, teatros, tiendas,… Y eso sin contar el paseo, que ya se había convertido en una tradición, por la Plaza Mayor; justo el día de Nochebuena, todos empujábamos a la multitud para conseguir ver un millón de puestos con pelucas, máscaras y artículos de broma. Tampoco faltó la cena con mis abuelos y el discurso del rey de fondo. El día de Navidad también siguió igual que en los años anteriores.


Algo que a veces echo de menos en Navidad es la falta de decoración que hay en nuestra casa. Quizá un belén en algún rincón. Y solo porque Anto quiere dar fe de que la Navidad ha llegado y ella se ha dado cuenta. O tal vez, solo se debe a que tiene mucho tiempo libre, por lo que puede entretenerse en poner el musgo verde junto a un río de papel albal. Para nosotros es imposible decorar la casa ni sacar un árbol. Nos pasamos la navidad de un lado para otro y no podemos decorar cincuenta sitios. Cuando éramos pequeños sacábamos el abeto de plástico y lo decorábamos, pero este ha sido uno de los primeros años que no hemos tenido tiempo material para hacerlo.

El día de Nochevieja, en cambio, si que ha sido diferente. Todos los años celebrábamos ese día en casa de mi otro abuelo. Él cocinaba su cabrito, y he de decir que nunca he comido uno como el suyo. Yo de pequeña siempre miraba impresionada como se movía por la cocina, preparándolo todo, atento de cualquier mínimo detalle. Cocía las cigalas y colocaba en círculo los langostinos, quitaba las ternillas a la carne y preparaba el guiso con tomate, repartía los sobres de jamón en varios platos y compraba coca-cola para nosotros. El único día del año en el que se le podía ver cocinando. Si me dejaba, yo le ayudaba en lo que podía. Y así fue como lo hizo un año tras otro, y solo falló en dos ocasiones hasta donde alcanza mi memoria. Una fue cuando murió mi bisabuela, cerca de Navidad. Y la otra este año. Por eso, a pesar de no esperar ningún cambio en estas fiestas, de repente me encontré con nuestro salón convertido en un campamento gitano. El sofá cubierto con una enorme tela azul, las mesas desmontables ocupaban todo el espacio disponible, con sillas dispares, cada una traída de un sitio diferente, y algunas hasta cojeaban en el suelo de madera desigual. Botellas de champán y Baileys por encima del aparador, bandejas de turrón y mazapán por doquier. Y al final, mi abuelo encargó el cabrito a un bar. No es el suyo, pero está bien.

Fuera quedaban aún restos de nieve cuando llegaron todos. No somos una familia enorme, pero estábamos todos juntos. A mi prima no la vemos casi nunca a pesar de que tiene mi edad. Pero Navidad es una de las dos veces infalibles que la veo al año. Antes, mis primos y yo solíamos hacer una especie de actuación, a veces un baile, otras un teatro o cualquier otra tontería. Al final siempre pasábamos la gorra. Quien dice gorra, dice una cazuela improvisada que encontramos en la casa de los trastos. También nos disfrazábamos y todo. Este año, ya somos demasiado mayores como para hacer esa clase de actuaciones con el resto de la familia sentada en las escaleras (nuestras gradas improvisadas). Así que cambiamos eso, por una timba de póker. Tampoco es una actividad propia de la navidad, pero mis tíos son unos expertos en la materia y también les van los juegos de azar. Después de las uvas y los litros de champán que nos bebimos entre todos, mi prima nos llevó a mí y a Javi a una fiesta con la ente de su peña. Yo no solía salir ese día, porque ante todo era un día familiar. Otros años, terminábamos jugando a la play station, pero no me apetecía mucho ese día. ¿La fiesta? Estuvo bien.

Otra cosa que cambió este año, fue el día de la cabalgata de reyes, antes nos reuníamos todos a verla en casa de mi abuelo. Ahora, ya no. Y el día de reyes sigue siendo exactamente igual. La emoción de los regalos y los envoltorios vacíos y rotos por todos lados. Y saber que al día siguiente empiezan las rebajas.

Al final no ha sido la típica Navidad, pero me he divertido mucho y aunque sé que la próxima tampoco será como las anteriores, espero pasarlo bien igualmente.

domingo, 17 de enero de 2010

Mis recuerdos de Navidad

Aquellos años parecen lejanos, distantes… cada vez que recuerdo las vísperas de navidad revivo la ilusión de esos momentos; esa tensión que hace excitarnos y nos envuelve con nervios y felicidad. Cada vez que pienso en ello para sentirme alegre, veo con total nitidez la imagen de mi abuela, siempre sonriente y risueña. Recuerdo cómo prestaba atención a todos los detalles, por minuciosos que fuesen; desde planchar a la perfección el mantel blanco de la mesa, hasta colocar al milímetro todos los cubiertos y platos. Antes de la hora de la cena ya lo tenía todo preparado: las tazas para el consomé, los langostinos colocados en grandes fuentes, la diversa variedad de quesos en una tabla y la carne cortada en finas lonchas en la cazuela, junto con el guiso; todo listo para servir. Lo único que mi abuela no preparaba eran los turrones. Ella sabía que a mí me encantaba desenvolver las tabletas y partirlas en cuadraditos pequeños que luego colocaba en un plato. Nada estaba puesto al azar; según el color de los trozos de turrón éstos se disponían de un modo u otro. Para decorar siempre ponía piñones, porque le daban alegría al plato. Para finalizar colocaba los polvorones alrededor de éste. Para la cena, mi abuela siempre se ponía un vestido elegante y fino. Le gustaban con tonos dorados y por debajo de la rodilla. Luego se iba a su habitación y se peinaba durante largo rato, hasta que el peinado estuviera perfecto: no podía haber ningún mechón de pelo fuera de su sitio. Por último llegaba el maquillaje: unos ojos perfectamente difuminados y los labios cubiertos de rojo carmín. Tras todo este largo rato de preparación, llegaba el turno de las fotos. Esto era realmente importante para mi abuela. Siempre hacíamos muchas porque decía que así podríamos recordarla bien cuando ella faltase, pero yo sé que, además, era porque le gustaba salir guapa. Por fin llegaba el momento que mi abuelo llevaba deseando días antes. Llevábamos las fuentes y tazas a la mesa y empezábamos a cenar. Todo estaba delicioso. Mi abuela, además de poner mucho cuidado y cariño, tengo que reconocer que tenía habilidad para la cocina. En mi casa, los langostinos son una tradición en las comidas y cenas navideñas y, por eso, todos los años repetimos la misma costumbre. Tras la cena, mis abuelos siempre nos daban algo de dinero para que nos comprásemos lo que quisiéramos; decían que así no tendrían oportunidad de equivocarse en nuestro regalo. Luego nos convencían de que había que irse pronto a la cama, o de lo contrario, Papá Noel no vendría y al día siguiente no tendríamos juguetes. Esto era un fastidio, porque yo siempre quería quedarme viendo alguna película navideña que ponían en la tele pero, por esos entonces, aún tenía miedo a quedarme sin regalos, de modo que más valía hacerles caso. Nos daban un beso de buenas noches y nos íbamos a acostar. Mi hermano dormía con mis padres en la misma habitación, porque allí, en Madrid, no había suficientes para todos. En cambio yo me iba a una habitación pequeña y acogedora. Algún año la compartía con mi hermana pero, casi siempre, estaba yo sola. Esa noche era difícil dormir bien. Los nervios no dejaban que el sueño pudiera vencerme fácilmente. Deseaba que fuese ya el día siguiente para poder abrir mis regalos, pero el tiempo pasaba despacio. Además el molesto tic-tac proveniente del pasillo tampoco ayudaba mucho. Por la mañana recuerdo que mi hermano solía venir corriendo a mi habitación para despertarme. Parecía inquieto… ¿qué le pasaba? Al segundo caía en la cuenta:
- ¡Los regalos!- pensaba mientras me levantaba de la cama de un salto.
Íbamos corriendo al salón y allí estaban: paquetes envueltos en papeles de colores intensos, vivos y brillantes. Todos colocados bajo el árbol de navidad, junto al belén. Esperábamos inquietamente a que vinieran nuestros padres y abuelos y, por fin, empezábamos a desenvolverlos. Yo siempre tenía cuidado con el envoltorio, era tan bonito que me daba pena romperlo; intentaba quitar el celo poco a poco para no estropearlo. Tardaba mucho en abrir cada regalo y esto aumentaba, aun más, mi inquietud. Una vez abiertos y, tras habérselos enseñado a mi familia, llegaba el turno de desayunar. Magdalenas, tortas, galletas, turrones, mazapanes… había de todo; lástima que yo nunca tenga demasiado apetito por la mañana. Después de desayunar lo único que queríamos mi hermano y yo era volver al salón para empezar a disfrutar de los nuevos juguetes que estaban descolocados sobre la alfombra. Así año tras otro fueron discurriendo las Navidades y Nochebuenas. Este año todo ha sido diferente… mi abuela ya no estaba con nosotros para preparar la cena o hacernos fotos, ni para alegrarnos con su compañía. Cuando eres pequeño crees que todo es para siempre, que las personas a las que quieres jamás se van a ir de tu lado, que nada se va a acabar. Sabes que la vida tiene un fin, que todo el mundo se muere, porque te lo han contado desde donde te alcanza la memoria, pero en realidad esas cosas no te las planteas. Ahora entiendo lo que me quería decir mi abuela. A veces, cuando la echo de menos, sigo su consejo y me pongo a mirar los álbumes de fotos; pero, tan solo, para recordar anécdotas del pasado, porque a ella jamás podría olvidarla.

las Navidades

Las Navidades en mi casa empiezan el día que ponemos el árbol de Navidad y adornamos la casa. El árbol lo ponen mis padres mientras que mi hermana y yo adornamos toda la casa.
El día que termina el instituto mi hermana y yo nos vamos a Mombeltrán, el pueblo de mi madre, donde pasamos la mitad de las vacaciones y cenamos en Nochebuena. El día que llegamos vamos a ver la obra de teatro que hacen los niños del colegio, donde actúa mi primo. El día de Nochebuena ceno con mis primos, mis tíos y mi abuela, de parte de mi madre y con mi abuelo de parte de mi padre. Este día por la mañana la casa de mi abuela se llena de gente para preparar la cena porque cenamos allí. Por la noche nos juntamos todos y cenamos lo mismo que todos los años. Como también vemos todos los años el discurso del rey. Después de cenar, mis primos salen al balcón a recoger los regalos que los ha dejado Papá Noel. Pero siempre les tengo que acompañar, porque les da miedo. Después mi hermana y yo jugamos con mis primos mientras que mis tíos van a la Misa del Gallo. El día de Navidad nos volvemos a juntar todos para comer. Solemos comer escudilla, un plato típico catalán, que prepara mi tía. Después del día de Navidad mis padres, mi hermana y yo nos quedamos unos días más en Mombeltrán. Luego volvemos a Villarejo donde cenamos el día de Nochevieja. Mi abuela también se viene con nosotros a Villarejo. El día de Nochevieja cenamos en mi casa con mi abuelo, mis tíos y mis primos, de parte de padre y con mi abuela de parte de madre. Normalmente solemos cenar lo mismo que en Nochebuena, pero esta vez hay algunos platos más. A la hora de cenar normalmente nos colocamos en la mesa, los padres a un lado y nosotros al otro. Para cenar tenemos la costumbre de llevar puesto algo rojo. Después de cenar mi madre saca las uvas para ir preparándolas. Mis primos y yo las pelamos y las quitamos las pipas, para no atragantarnos. A las doce de la noche ponemos el canal 1 donde vemos las uvas. Después de tomárnoslas nos felicitamos el año entre toda la familia brindando con champagne. Al día siguiente nos volvemos a juntar para comer todos juntos.
En definitiva las Navidades las suelo pasar con mi familia.

Dulce Navidad

El día de Nochebuena, mis padres y yo nos vamos al pueblo de mis abuelos paternos, Gallegos de Sobrinos. Allí nos juntamos también con mis hermanas, mis tíos y mis primos. Ese día cenamos todos juntos en una gran habitación con radiadores junto a la mesa, ya que no hay calefacción. Cenamos sopa de pescado (que ni a mis primos ni a mi nos gusta), croquetas y cochinillo frito que hace mi abuelo y está riquísimo. Cuando terminamos de cenar vemos la televisión y jugamos a las cartas o al trivial. Nos quedamos en casa porque hace mucho frío y además en nochebuena no van nuestros amigos. Este año la cena ha sido diferente porque nos hemos tenido que llevar a mi abuela materna y no hemos podido cenar todos juntos. Al día siguiente, Navidad, mis hermanas y yo nos levantamos a la vez para ver qué nos ha traido Papa Noel. Sabemos que son nuestros padres pero nos hace ilusión igualmente. Luego vamos a comer a casa de mis abuelos para celebrar la Navidad, pero este año, igual que la cena de nochebuena, no hemos comido juntos. Por la tarde vamos todos a la cocina, cogemos unas sillas y nos sentamos alrededor de la lumbre. Más tarde, mis padres, mis hermanas y yo volvemos a mi pueblo. En Nochevieja vienen a mi casa mis tíos, mis primos y mi abuela, todos por parte de madre. Para cenar mi madre hizo canelones (protestando) porque nunca la dejamos que haga otra cosa. A mis hermanas y a mi nos encantan los canelones. También había langostinos, pescado y roscón de reyes que trajeron mis tíos. Después todos nos comimos las uvas menos mi perra que se comió un canelón. Algunos no se comieron las doce uvas, entre ellos mi padre que como mucho se come cinco. Alrededor de las doce y media mis primos, mis hermanas y yo nos vamos y mis tíos se quedan con mis padres. Al día siguiente nos levantamos tarde y comemos lo que sobró en Nochevieja. El día 5, mis amigos y yo vamos a ver la cabalgata de reyes pero este año una amiga mía y yo nos hemos disfrazado de egipcias. Esa noche mi hermana mayor quiso que pusiéramos al lado del belén todos los zapatos que teníamos junto con una carta a los Reyes Magos. Lo peor fue que me tocó recogerlos a mí despues. A la mañana siguiente había muchos regalos, aunque al final sólo dejamos un zapato, y el regalo que más me gustó fue el de mi perra, Lira, a la que yo había puesto un zapato de papel con forma de pezuña. Al ver el regalo envuelto se levantó y empezó a saltar, sabía que era para ella. A todos nos entró la risa cuando vimos que eran cuatro croquetas de la cena. Lira se puso muy contenta, más que el año pasado cuando los Reyes (mis hermanas y yo) la regalaron un jersey que no quiso ni ver. Estas son mis Navidades, no sé si son sorprendentes, originales o divertidas pero son mis Navidades y a mí me encantan.

Mis Navidades


Llevaba ya muchos días esperando las vacaciones de Navidad. Por fin nos las dieron, esa tarde dejamos la mochila en la habitación y nos fuimos mis amigas y yo a pasar la tarde divirtiéndonos por mi pueblo. Llegó el día 23 y nos fuimos a la casa de mi amiga y vimos un programa de televisión en el que fuimos a principios de mes, en el que concursaba Iván, uno de mi clase, el programa se llama Password. Nos reímos un montón porque en varias ocasiones se me vio, al estar de público en la primera fila. Llegaron mis amigas de Madrid para pasar las Navidades en el pueblo. El día 24 por la mañana mi padre fue a por un poquito de musgo, cogí la caja con el árbol de navidad y el portal de belén, y me puse a abrir las cajas que estaban demasiado forradas de celo marrón. El árbol es pequeñito y puse las bolitas y estrellas, lo puse en el pasillo. El portal de belén lo hice en el salón en frente de la mesa donde se cenaría por la noche. Puse el musgo con su río de papel de aluminio, unas cuantas piedras y todas las figuras encima. Por la tarde ayudé a mi madre a poner la mesa, colocar el mantel y todos los vasos y platos. Cuando ya llegaron las 9 llegué a casa y mi abuela y mi madre ya tenían hecha la cena. Ese día cenamos poquitos en mi casa, mi padre, mi madre, mi hermano, mi abuela y mi tío abuelo. Como todos los años de primer plato hay sopa de pescado, que a mi abuela la sale muy rico y eso que a mí el pescado no me gusta mucho. Por la noche salí con mis amigos que nos lo pasamos genial, cada año la Nochebuena es mejor. Llegó el día 31 y como todos años cenamos en casa de mi otra abuela. Este día cenamos algunos más, 15 personas, mis primos, tíos y abuelos. Cenamos a las 9 y media, nos reímos mucho en la cena, y nos lo pasamos muy bien. Como siempre después de la cena mi hermano y mi primo, Javi, que somos los tres más o menos de la misma edad, nos subimos al piso de arriba y vemos en la tele lo que nos gusta y empezamos a escribir los mensajes en el móvil para felicitar a los amigos que esa noche no los vamos a ver. Yo soy siempre la que prepara las uvas, a mí por supuesto que me pongo las más pequeñas, que ni tienen pipitas. Todos nos volvemos a sentar en la mesa y siempre algo nerviosos esperamos a que sean las doce. Siempre vemos las campanadas por el canal 1, casi nadie se las come a tiempo; o antes, o después o se dejan alguna, yo y mi tío somos los que nos comemos las 12 uvas cuando se tiene que comer. Pero todos no comen uvas, porque Javi se parte trocitos de mandarina, y el primo más grande y el más pequeño trocitos de manzana, los demás uvas. Después mis padres, mi hermano y yo vamos a felicitar al resto de familia que no hemos podido cenar con ella. Por la noche salí con los amigos y este día como especial no tiene hora. El día 1 como todos años comemos en casa de mi abuela, como en Nochebuena, aunque tenemos poco hambre al levantarnos tarde. El día 5, la Cabalgata, nos disfrazamos, cuando éramos pequeñas de angelitos pero ahora que somos ya más grandes de egipcias o moras, este año ha tocado moras. Nos lo pasamos genial vistiéndonos y pintándonos. Por la noche también salimos. Y llegó el día de Reyes que todos los niños esperan con ilusión, aunque ahora yo ya no tanto porque a veces te toca comprar a ti los regalos. Pero bueno ilusión siempre te hace tener cosas nuevas. Cuando éramos pequeños mi padre sacaba la cámara y nos grababa medio dormidos que íbamos buscando los regalos por toda la casa, que ya sabíamos más o menos por donde se encontraban siempre. Sin embargo ya hace unos años que nos los dejan en el salón y no es lo mismo que antes. Y este día comemos en casa de mis abuelos, como en Nochevieja, pero esta vez no somos tantos sino solo mis abuelos, mis padres y mi hermano. Ya quedan pocos días para que vuelva la rutina de cada día de levantarse pronto para ir al instituto, pero ya estamos esperando las fiestas de mi pueblo que son el 4 de febrero.

Mis Navidades






El día de Nochebuena , por la tarde se juntan todos mis tíos para preparar la cena de esa noche. Mis primos y yo jugamos a las cartas o damos un paseo hasta el río.
Por la noche nos juntamos todos y cenamos lo mismo de siempre: langostinos, salmón ahumado, solomillo con salsa roquefort y patatas, ensalada, queso y por último tarta o fruta. Después de esto mi madre y mis tías se van a la Misa del Gallo y mientras mis tíos y primos me dan los regalos de Navidad y mi abuela nos da a todos los nietos el aguinaldo.
El día de Navidad nos juntamos todos otra vez y comemos lo de siempre. Mis primos como han estado de fiesta no tienen ganas de hacer na da , ni de comer aunque mi hermana no los deja en paz. Por la tarde después de comer mis padres, mi hermana, mi perro y yo nos vamos a León, al pueblo de mi madre, donde pasamos el resto de las vacaciones.
El día de Nochevieja cenamos pinchos, mariscos, canapés, dorada al horno y tarta, con mis abuelos y mi tío. Después mi tío se va y nosotros tomamos las uvas y bebemos champán.
Los demás días de vacaciones me dedico a hacer los deberes y pasar tiempo con mis primas y mi hermana.
La tarde del día 5 vamos a ver la cabalgata de reyes, cenamos en León y al día siguiente nos dan los regalos y desayunamos con el Roscón de Reyes.



sábado, 16 de enero de 2010

Noche Buena

El día de Noche Buena es el cumpleaños de mi hermana, ese día toda la familia que tengo por parte de mi padre viene a pasar la tarde y a felicitar a mi hermana. Luego por la noche nos vamos a casa de mi abuelo y allí cenamos y pasamos un buen rato, junto a mis tíos, mi hermana, mi abuelo y mis primos.
Ese día mi madre prepara unos pasteles de chocolate con nueces que a todo el mundo le encantan, primero los sirve en casa con los invitados que llegan por la tarde para felicitar a mi hermana, luego se lleva el resto a casa de abuelo para que él también los pueda probar. Aparte de preparar estos pastelitos, mi madre compra turrones en el artesano ya que tenemos una vecina que trabaja allí, también compra otros dulces en la pastelería que hay al lado de la iglesia, cuando era más pequeña solía acompañarla y le ayudaba a decidir que dulces elegir, pero ya no tengo esa costumbre.
A eso de las ocho, más o menos cuando se van todos los invitados, nos preparamos para ir a casa del abuelo, donde cenamos con la familia de mi madre.
Esa noche cada plato lleva su turno correspondiente; de primero mi tía sirve algunos entrantes, como jamón serrano, queso y algunos canapés, y nos los comemos mientras esperamos a que lleguen todos, y cuando ya han llegado nos sentamos en la mesa y se sirve el segundo plato, una sopa de pescado que hace mi madre, pero como a mí no me gusta no me la como. El tercer plato nunca puede fallar en una cena de navidad con mi familia, ya que sin langostinos las cenas de navidad no serían lo mismo. El cuarto plato es cabrito, mi tía que es muy detallista en cuanto a la presentación de los platos, lo suele acompañar con una ensalada de escarola con granadas, es la única vez al año que comemos escarola, pero ya se ha convertido en un ritual de todos los años.
Por último se sirve la fruta cortada en rodajas y colocada en perfecto orden sobre el plato. La fruta suele ser tropical, el porque no lo sé, pero a mi tía le gusta comprar mango, papaya, chirimoya y aguacate, esto le da un aire distinto a la Noche Buena, pero a mí me gusta.
Después del banquete llega el turno de los postres, pero todos estamos tan empachados que ya no nos entra nada más, en resumen que los postres y los dulces tienen poco éxito. Luego, cuando terminamos de comer están todos un rato hablando, hasta que ya alguien dice que ya es tarde y que se va, después los demás le imitan y cada uno se va hiendo a su casa.
Así son las Noche Buenas con mi familia, bastante normales.

jueves, 14 de enero de 2010

La Navidad en mi casa


La Navidad, es una de las mejores fechas del año, en la que toda la familia se reune para pasar un ratos, unos minutos, unas horas o unos días juntos.

La Navidad es la fecha del año que mas me gusta, estamos con la familia, jugamos juntos a juegos de mesa, estamos de vacaciones…

Mi familia y yo nos turnamos cada año en varias fechas, yendo unas veces a casa de mis abuelos maternos que viven en Candeleda y otras veces a casa de mis abuelos paternos que viven en Arenas de San Pedro.
Casi siempre vamos en Nochevieja y Año Nuevo a Arenas de San Pedro y en Nochebuena y Navidad nos quedamos en Candeleda, porque en Candeleda somos más familia y es la única fecha en la que nos reunimos todos.

Los días de las vacaciones de Navidad son muy divertidos, hay tiempo para todo.

El día de Nochebuena cenamos en la casa de mis abuelos.Este año fuimos mas tarde porque mi hermana se puso enferma , cuando llegamos vimos a nuestros tíos, a mi bisabuelo y abuelos, (mi familia tanto materna como paterna no es muy numerosa), me encanta la parte en la que nos sentamos a cenar todos juntos, el brindis, los dulces…

El año pasado, paso una cosa muy graciosa. Mi hermana tenia 8 años, es una niña a la que no la gusta casi nada de comer.
El día de Nochebuena nos pusimos a comer, mi abuelo tenia unas copitas de mas y cuando mi hermana tenia abierta la boca porque se estaba riendo le metió la paletilla de cordero en la boca, dio la casualidad que yo estaba grabando con la cámara de vídeo y lo grabe todo, a partir de ese momentos todos los años sale este tema en la mesa y la cara de susto que tenia mi hermana.

En Nochebuena, después de cenar, y comer los dulces mi abuelo empieza a cantar villancicos candeledanos acompañado por mi bisabuelo y mi abuela, todos los años los cantan pero tienen una gran variedad que cuando terminan las navidades ya no me acuerdo de ninguno.
Después mi abuelo y su cuñado se van a la Misa del Gallo.

El día de Navidad también es muy especial, mi hermana no duerme por la noche debido a la “visita” de Papa Noel, mis tías en vez de hacernos regalos para los Reyes Magos nos los hacen para Papa Noel porque en el 6 de enero no las vemos. Este día también comemos en casa de mis abuelos. Este año en la noche de Navidad nos los pasamos muy bien, estuvimos jugando al juego de mesa de Password, dividimos la familia en parejas y estuvimos jugando hasta las 2 de la mañana.

El día de Nochevieja fuimos a la casa de mis abuelos de Arenas de San Pedro, estuvimos jugando y cenamos, fue muy divertido, vimos un programa de antena tres “canta si puedes” y nos reímos viendo el programa de los humoristas de TVE.
Llegaban las 12 campanadas, fue un caos, mi abuela no se entero y empezó a comerse las uvas a la 5ª campanada, pero al final fue la primera en terminar, porque no iba al son de las campanadas.

Mi hermana mientras tanto haciendo fotos, porque ella no come uvas y yo con el teléfono en la mano para enviar los mensajes de feliz año nuevo a los amigos antes de que se saturasen las líneas.
Todo el mundo se abrazaba y besaba y no dábamos a bastos con las llamadas del resto de la familia. Estuvimos hasta las 2 en arenas y después continuamos la fiesta en Candeleda.

Las Navidades en mi familia son muy parecidas todos los años, pero muy divertidas y alegres.

miércoles, 13 de enero de 2010

En navidad...

Todos los años celebro Noche Buena y Navidad en Arenas, mientras que Noche vieja la celebro en Hoyocasero, el pueblo de mi madre. En la familia de mi padre son 5 hermanos y cada año se cena y se come en Noche Buena y Navidad en un sitio diferente. Este año le ha tocado al hermano mayor de la familia de mi padre. Él tiene una finca según se va al campo de fútbol donde celebramos por primera vez este año Noche Buena y Navidad. Solemos empezar a cenar sobre las 9:30, pero estamos allí desde las 8:00. Entre todos ayudamos a poner la mesa, poner los canapés en sus platos y llevar a la mesa las bandejas de gambas y langostinos. Cuando toda la familia está sentada en la mesa, una tía mía (como todos los años) bendice la mesa y es desde ese momento es cuando empezamos a cenar.Después de habernos comido todos los canapés (el mejor el de palitos de cangrejo que hace una tía mía) y demás cosas entre charla y risas, nos traen el cordero asado, el cochinillo u otro plato por el estilo. Terminamos este plato y viene el sorbete de limón para bajar un poco la comida y poder con el postre. Seguidamente damos paso al postre, donde hay desde turrón de todas las clases, hasta tartas, flanes, natillas...
Este año yo me he ido de la cena junto con mis primos allá por las 12:30 en coche al pueblo, ya que he quedado con mis amigos para salir. Años atrás, nos que dábamos solos mi hermana y yo con todos los mayores, ya que éramos pequeños para salir y no me dejaban (
a mi hermana todavía no la dejan salir en Noche Buena) entonces jugábamos al bingo con todos los que había y nos ganábamos unos eurillos, aunque muchos años acabábamos perdiéndolos.
Esto es lo que ocurre en Noche Buena y Navidad, mientras que en Noche vieja, en Hoyocasero, vamos a cenar a casa de mi abuela. Este año se ha muerto y hemos ido a cenar a casa de mi tía, que aunque sea diferente, es más grande y acogedora que la otra casa, ya que sin mi abuela es diferente.
Al igual que en Noche Buena y Navidad, comemos canapés y algún asado de primer plato, y como es tradicional en Noche Vieja, las uvas.
También solemos tomar sorbete de limón y a continuación salir con nuestro grupo de amigos por el pueblo a dar unas vueltas. El problema de este año es que en Hoyocasero h
acían unos -15º y se hizo imposible salir a la calle, con lo que llamamos para decir que no íbamos. Salimos de casa de mi tía sobre las 2:30 o 3:00 de la madrugada para irnos a casa, y esperamos dentro de casa todos para que mi padre acercase el coche a la puerta. Tardo un rato por que todas las puertas se habían helado y solo se podía entrar por la del maletero. Al final lo conseguimos, abrimos otra puerta para que pudiese entrar mi abuelo y nos fuimos a la otra casa, que estaba calentita y preparada para que nos fuésemos a dormir. Entre unas cosas y otras, nos fuimos a dormir a las 4:00, ya que nos quedamos viendo todos menos mi abuelo un programa de humor.
Al día siguiente nos despertamos y una hora antes de la hora de comer fuimos a casa de mi tía a prepararlo todo.
Por la tarde vinimos a Arenas. La única fiesta que nos quedaba era la de los Reyes Magos, que pena, con lo que me gusta a mí la navidad. Espero que todos los años sigan siendo buenos y que los vivamos sin incidentes.

lunes, 11 de enero de 2010

EL AÑO QUE VIENE TODO SERÁ IGUAL

Los años van pasando pero las costumbres navideñas no se ven afectadas por el paso del tiempo. La navidad comienza cuando el calendario más preciso para determinar estas fechas empieza a protestar. Ésa es sin duda mi terrible hermana, qué cuánto más se acercan éstas fechas, más protesta para que mi madre le haga las trufas que tanto le gustan. Primero mi madre hace la masa añadiéndole un ingrediente muy especial, la discusión de ella con Carmen, debido a que ella quiere batir los huevos. Cuándo por fin terminan, llega la calma a aquella marejada, presionándose y rebozando las trufas en fideos de chocolate valor. Otro de los avisos que mi hermana da es el del árbol de navidad. Siempre es la misma discusión. Mi hermana le dice a mi madre que lo baje del desván, y mi madre, a la que siempre la pilla en medio de una película, la pone cómo excusa que se ha echo de noche y que no ve, que mañana se lo bajará. Pero aquí no se acaba la discusión, cuando mi madre baja el árbol y los adornos, mi hermana no quiere ponerlo porque le da pereza, entonces mi madre la dice que los ponga porque están ocupando sitio en el salón. Como mi hermana no la hace ni caso, los termina poniendo ella, y cuando Carmen se entera, se pone a gritar y a llorar porque los quería poner ella.
Normalmente en nochebuena vamos a Salamanca. Allí me reuno con mis siete primos y mis muchísimos tíos. La verdad es que la cena no es muy ostentosa. Normalmente mi tía Bea trae una gran variedad de quesos y panecillos para untar. Como plato principal está el famoso cordero con patatas de mi abuela, que en realidad se debería llamar patatas con alguna tajada de cordero, porque por cada chuleta, hay dos patatas enteras fritas. No es que seamos pobres, es que las patatas dejan mucho que desear al cordero. Tras la cena sacamos los turrones, y mi goloso tío Agus, se infla a dulces, acabando la noche con un buen dolor de estómago. Para finalizar, mis tíos, y éste año yo también, ponemos los regalos en la puerta, y mi tía Ana, simula la risa de Papá Noél, que basta con decir que mis primos pequeños terminan llorando de lo mal que lo hace.
Otra de las típicas tradiciones de mi familia, es la mítica salida a patinar sobre hielo a Madrid y el día de compras.Carmen, que se cree que es una patinadora profesional, empieza ha realizar florituras, y cómo siempre, termina en el suelo empapada. Todos los años vamos de compras, sin embargo, éste yo no he ido con ellos. Me fui a Madrid con mi profe de baile y algunas compañeras a Madrid a comprar ropa de baile, y me da que éste año mis padres ya no me llevan de rebajas porque me gasté el dinero correspondiente allí. ¡Es lo malo de estar loca por la ropa de baile!.
Para finalizar, está el día de los Reyes Magos. Los regalos suelen ser muy buenos, sin embargo yo siempre acabo llorando. No se porqué, pero siempre salgo en las grabaciones con un berrinche de tres pares de narices.