A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

martes, 8 de diciembre de 2009

Las inseguridades de Luci

El sol se abría paso entre las nubes dando comienzo así a un día espléndido. La orilla de la playa empezó a llenarse de sombrillas y toallas multicolores. Ese día comenzaban las vacaciones de Tito, Luci y demás compañeros. Decidieron salir de la posada y explorar aquel magnífico entorno que les rodeaba: árboles paradisíacos, pájaros revoloteando de un lado para otro, graznando libremente, felices… se apreciaba un aire puro y limpio, lejos de la contaminación a la que estaban acostumbrados. Tras esos bosques y selvas se encontraba una playa inmensa, rodeada de acantilados y rocas peligrosas. Sin embargo, Taylor, el monitor, les prohibió rotundamente acercarse a ella; les dio instrucciones para llegar a playas más tranquilas, donde las olas del mar rompían de un modo más pacífico. Llegaron pues a playas en las que quien conseguía extender la toalla por completo era afortunado; estaban a rebosar de gente y les costó encontrar un hueco donde pudieran instalarse todos juntos, unos al lado de otros. Finalmente lo consiguieron. Todos querían darse un baño, excepto Luci, que puso la excusa de que prefería ponerse morena. Esto en cierto modo era verdad, ya que pensaba que así acabaría por interesarle al chico que le gustaba; pero la verdadera razón era que tenía la regla.
Luci era una chica tímida y poco popular. Los chicos apenas se fijaban en ella y, la verdad, es que su físico dejaba mucho que desear, pero es que su carácter introvertido no la ayudaba nada. Estaba llena de inseguridades y miedos y se avergonzaba por cualquier tontería. En realidad se sentía como una chica rara y un tanto ridícula.
-Alcánzame la bolsa, haz el favor, que tengo ahí la crema.
-Yo te la busco- dijo él.
-No; no me curiosees- lo cogía por un brazo-. Dame esa bolsa Tito…
-Me divierte fisgar. ¿Tienes secretos Luci?
-¡Tito, venga, no seas cotilla y pásame ya la maldita bolsa!- le pegó un empujón tan fuerte que Tito casi se golpea la cabeza contra el suelo.
La mayoría de las veces nadie entendía las reacciones de Luci, todos se preguntaban por qué se pondría tan nerviosa por una tontería como aquella.
-Tú lo has querido- Tito cogió la bolsa y la volcó sacudiéndola haciendo saltar por los aires todas las pertenencias de Luci.
El mp4, el móvil, las llaves de la habitación, la dichosa crema, un bikini seco, las gafas de sol y varias compresas acabaron esparcidos por la arena. Luci enrojeció al instante y le dedicó a Tito una mirada de odio.
-¡Eh, chicos, mirad la verdadera razón por la Luci no quiere bañarse!- el chico que le gustaba señaló las compresas.
Todos empezaron a soltar carcajadas, no por el hecho de que tuviera la regla, sino porque le daba vergüenza decirlo. Luci echó a correr avergonzada y no paró hasta que se encontró a salvo en la habitación del hotel.
Nada más cerrar la puerta se puso a llorar desconsoladamente. Se sentía humillada por todos, pero lo que más daño le hizo fue la burla de aquel chico que tanto le gustaba. Cuando se tranquilizó un poco pensó que no era más que un prepotente, un guaperas popular, chulo y artificial que sólo se fijaba en el cuerpo de las chicas, pero que le daba igual que fueran estúpidas o creídas. En realidad era como todos los demás, uno que busca la popularidad metiéndose con los más débiles. Pensó que la culpa era suya por fijarse en el chulo, en el prepotente, el insensible… y que en el fondo él no la merecía.
Pasó un rato, y Luci intentó convencerse de que no pasaba nada, que lo que había sucedido era una tontería sin importancia, pero lo cierto es que no paraba de darle vueltas a lo ocurrido. De repente los pensamientos de Luci se vieron interrumpidos por un golpe sobre su puerta. Luci decidió ignorarlo pero este volvió a repetirse. Se acercó a la puerta y preguntó que quién era.
-Soy un gilipollas que viene a pedirte perdón- le respondió una voz conocida al otro lado de la puerta.
Luci abrió la puerta; allí se encontraba Pablo, el chico que tanto le gustaba.
-Antes de que digas nada déjame pasar.
Luci tenía una expresión extraña: por un lado de sorpresa y a la vez timidez, pero por otro de emoción.
-Luci, lo siento de veras, me he comportado como un imbécil. No tienes por qué sentir vergüenza por esa clase de tonterías, ni mucho menos dejar que nadie te haga sentir mal por ello.
-Pablo, dime la verdad, ¿por qué has venido a disculparte?
-Bueno, yo…
-Te lo ha dicho Erika ¿no? ¿Es eso?- Erika era la única persona que sabía que a ella le gustaba Pablo.
- La verdad es que sí, pero no debes tomarla con ella, se ha comportado como una buena amiga- me respondió de un modo sincero.
- Ya, pero es que yo no quiero que nadie me pida perdón por lástima, por pena, ¿lo entiendes?
-Luci, no te estoy pidiendo perdón por eso, sino porque me he portado siempre mal contigo y no me había dado cuenta de hasta qué punto eres una chica encantadora, sensible y fantástica. A partir de ahora prometo comportarme contigo.
Pablo le dedicó una sonrisa irresistible y la besó dulcemente los labios. Luci lo perdonó al instante y cambió su opinión sobre su forma de ser. A partir de ahí sus vacaciones mejoraron por momentos. Por fin salía con el chico que tanto le gustaba y cada vez se sentía más integrada en el grupo y más segura de sí misma. Esas vacaciones que tan mal habían comenzado, se convirtieron en las mejores de su vida, y todo gracias a Tito y a su querida amiga Erika. De no ser por ellos, Pablo no se habría fijado jamás en ella.