A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

lunes, 24 de mayo de 2010

Mis últimos días

La noche del 14 de enero del 1943 es muy oscura, no se ve nada más que el reflejo de la luna en los casquillos de las balas que permanecen en el fondo de la trinchera.
El único ruido que hay es el silencio seguido de bombardeos y continuos disparos, hace un momento hemos escuchado a alguien que gritaba: ¡ No siento las piernas!
Son las dos y media de la madrugada, en este momento llega a nuestra trinchera el general de la O.S.S Sbkümler, y nos informa de que, a la mañana siguiente, al amanecer, atacaríamos la trinchera enemiga en su propio territorio.
Después de esto todos hablabamos con tanto miedo y nervios que nos temblaban las piernas de una manera bestial.
Nos falta alimento y lo poco que tenemos se lo están comiendo las ratas, estamos llenos de piojos, gracias a esto matamos el tiempo intentando acabar con ellos.
Lentamente van pasando las horas, tenemos un frío terrible, no podemos apenas movernos ni encender un mísero fuego... esto es insoportable.
Ya llega la hora, está saliendo el sol. Cargamos nuestras armas, cogemos un par de granadas de mano por persona y vamos rumbo a la muerte.
Empezamos el camino, nos levantamos sigilosamente y salimos de la trinchera.
Nos deslizamos lenta y silenciosamente hacia la trinchera enemiga, esquivando cadáveres llenos de barro y descompuestos de algunos de nuestros compañeros. Muchos de nosotros acabarémos igual que ellos.
Entonces, un compañero salta por los aires, nos han descubierto gracias a un mina...
Los enemigos nos disparan sin cesar, nuestros compañeros van quedándose tirados en el suelo.
Nos vemos obligados a retirarnos.
Volvemos más rápido y ruidosamente de lo que fuimos, escuchamos los silbidos de las balas al pasar cerca de nuestras orejas.
En ese momento, escucho la bala demasiado cerca... me ha alcanzado el hombro derecho.

Con la ayuda de los soldados consigo llegar a la trinchera sin sufrir más daños.

Ya era tarde estaba destinado a morir...
Conseguimos refugiarnos y el médico me amputa el brazo, no tengo otra solución.
Esa misma noche los dolores no cesan, me duele la cabeza, estoy mareado y con mucha fiebre... Miro a mi hombro y solo veo un pedazo de tela llena de sangre y barro.
Se me nubla la vista, pero no quiero morir, aún no.

Esta noche ha sido la peor de mi vida.
Empieza un nuevo día , sale el sol y el médico se acerca a mi.
Los dolores han cesado, me quita el pedazo de tela y me dice que milagrosamente no esta infectado y en un par de días no me dolerá.
Cuando termino de hablar, sonrío pensando que puedo volver a ver a mi mujer y a ver crecer a mis hijos, pero miro al cielo y veo un pequeño objeto que se acerca a nosotros, grito: ¡ A cubierto! y al terminar de decir esto, veo que esta a punto de caer y es una granada. Ya no volveré a ver a mi familia...

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Correcciones: ya vacios, estan, frio, misero, quedandose. El ataque está muy bien narrado, con fuerza e intriga. El uso del presente, aunque puede ser una elección arriesgada, cumple un efecto estilístico. Bien. No confíes en el corrector ortográfico de los ordenadores.