A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

martes, 2 de febrero de 2010

UN BONITO RECUERDO

Me gustaba ir a la escuela. Todos nos conocíamos y nos llevábamos más o menos bien. Nos dividíamos en dos grupos: los pequeños y los grandes, los cuales eran muy respetados. En la parte de atrás del patio, había un campo de fútbol y allí jugaban los mayores, tanto chicos como chicas. No había ningún timbre que te indicara cuándo tenías que entrar o salir de clase así que nos guiábamos por las campanadas del reloj del ayuntamiento. El recreo se terminaba a las doce, y cuando empezaban sonar las campanadas, siempre queríamos que sonara otra más, y otra... y que no se terminaran nunca. Los días de lluvia no jugábamos al fútbol, nos quedábamos en el pasillo jugando al ping-pong, en los ordenadores o simplemente dando vueltas. No había cafetería así que cada uno llevaba algo de casa. Yo me llevaba galletas Oreo o lacitos, pero me comía poco porque todo el mundo me pedía algo. En clase nos juntábamos dos cursos y siempre sabías con quien te iba a tocar al año siguiente. Por un lado me gustaba, ya que ibas a estar con tus amigos de siempre, pero por otro no porque así nunca conocíamos a nadie nuevo.
Me acuerdo de una cocinita que teníamos cuando estábamos en parvulitos, siempre jugábamos con ella. Un día a la semana venía una madre de alguno de nosotros y hacía algo como leernos un cuento, tocar un instrumento... También me acuerdo de que en clase de inglés había una casita pequeña de cartón con todos los muebles, no le faltaba ninguno. A mí me encantó esa casita y les dije a mis padres que me compraran una igual. En mi curso éramos seis: tres chicos y tres chicas pero uno se fue a vivir a otro sitio y dos repitieron, así que nos quedamos tres: mi primo, mi mejor amiga y yo. Éramos pocos pero nos lo pasábamos bien. Como la escuela estaba en el pueblo, no teníamos que coger el autobus, excepto cuando íbamos de excursión. Una que recuerdo especialmente fue la que hicimos por el campo. Nuestro profesor nos escondía algún regalo y teníamos que ir buscándolo. Esta excursión la hacíamos bastantes veces. En una ocasión, tuvimos que llevar algo de plástico y algo de comida para enterrarlo y ver la diferencia que había entre materia orgánica e inrgánica. Volvimos días después para ver cual de los dos seguía allí. El profesor nos enseñó a hacer un reloj de sol y nos dijo que había una cueva secreta cerca de ese lugar. Todos los años, en las fiestas de invierno de mi pueblo, ponen los castillos hinchables y las camas elásticas en el patio de la escuela y en varias ocasiones nos dejaron montar durante los recreos sin tener que pagar nada.
Ahora, cuando voy a la escuela, recuerdo todos los años que estuve allí y me doy cuenta de que forma parte de mi vida.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Corrige: parbulitos, *me acuerdo que. Muy bien.