A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

martes, 3 de noviembre de 2009

AQUEL DÍA


El Sol se había escondido entre aquellos picos nevados que se veían al fondo.Sentía la húmeda tierra bajo mis viejos tejanos y los pequeños guijarros clavándose en mi espalda. Los búhos cantaban chirriantes notas y las copas de los árboles danzaban al compás. Aquello era un mar de oscuridad. De vez en cuando se podía escuchar el crujir de las hojas al paso de las lagartijas. Mi corazón se paraba por momentos. Había momentos en los que un espantoso olor me envolvía y al cabo de unos instantes desaparecía como si nunca hubiese existido, como si todo fuese fruto de mi imaginación. No sabía dónde estaba. Miré a mi izquierda y derecha pero aquello resultó en vano.Tan solo vi mi macuto de piel. Intenté extender mi brazo pero un tremendo pinchazo me recorrió el tronco. Al instante un impulso de mi mente me obligó a ponerme en pie pero aquello no sirvió de nada. Mis piernas no respondían, o iban en desacorde con mis pensamientos. Ese no podía ser mi cuerpo, debía pertenecer a otra alma cándida. La verdad es que en ningún momento me pregunté qué desgracia me podía haber ocurrido y qué iba a ser de mí. Las hojas caducas de los árboles caían sobre mi tez y las hormigas me escalaban como si fuese un nuevo mundo que descubrir para ellas. Parecía que todo aquello me fuese a enterrar pero cuando menos lo esperaba un flujo de viento me hacía surgir entre todo aquello. Quizás no volviese a probar una sola exquisita rosquilla con azúcar de mi abuela, o jamás volvería a escuchar aquellas frecuentes palabras de mi madre "mira que te lo tengo dicho, apaga la luz de tu habitación, o quizás no me emocionaría una vez más al bailar un adagio o El Quixote o quizás ... , quién sabe cuantas cosas que nunca las valoré lo suficiente dejarían un hueco en mi alma. Aquellos armoniosos sonidos fueron desapareciendo, ya no sentía nada, el terrible olor desapareció poco a poco y cada vez veía menos. Ya nada tenía sentido, ese era mi destino, morir en la amargura de no saber el porqué.

5 comentarios:

José A. Sáinz dijo...

Corrige: que desgracia [...], que iba a ser de mi, quien sabe, porqué. El final no acabo de entenderlo, o quizá es que resulta algo oscuro: de no saber por qué razón, el porqué...

sara dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sara dijo...

No comprendo que debo corregir (acentos, mala expresión....)

José A. Sáinz dijo...

Debes corregir acentos y alguna separación de palabras. El final no lo entiendo por cómo está escrito.

sara dijo...

La verdad es que no tiene final. Aquella persona se encontraba tirada en el suelo mal herida.Al final termina muriendo sin saber que le había ocurrido y que hacía allí.