A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

sábado, 14 de noviembre de 2009

De resaca

La luz del Sol le arañó en los ojos. Entraba por las persianas, afilada como hojas de guadaña. Miró con gesto dolorido e incrédulo el despertador. Retiró las sábanas y, haciendo un gran esfuerzo, logró levantarse. La cabeza le estallaba de dolor. Sintió un fuerte pinchazo en la rodilla derecha. Se remangó el pijama y vio que tenía un gran moratón. No sabía cómo se lo había hecho, en realidad no se acordaba de nada, ni siquiera de cómo había llegado el día anterior a casa. Se vistió aun medio dormido, y se lavó con agua fría la cara antes de tomarse un café. Luego, un poco más despierto, se fue al instituto como de costumbre.
-Riiiiiiing-Llegó justo cuando sonaba el timbre.
-Menos mal-Pensó- porque después de lo del otro día no creo que la Charo me dejase entrar tarde.
En realidad perderse una clase no le importaba demasiado , lo que verdaderamente no quería era tener que enseñarles otra comunicación a sus padres de parte de un profesor; con la semana anterior ya habían tenido bastante.
Cuando Albert entró en clase todos le miraban de un modo extraño, pensó que sería porque debía tener muy mala cara a causa del sueño. Se sentó en su sitio y sacó los libros. Nunca lo habría reconocido pero estaba deseando que llegase " la Charo" para dejar de sentirse observado.
-Venga, chicos..., vamos separando las mesas-había entrado "la Charo".
-¡Mierda...!-pensó Albert-¡examen!, ¿cómo he podido olvidarlo?
En realidad, ésta vez era verdad, no se había acordado de estudiar para el examen de química.
La profesora repartió rápidamente los exámenes.
-Voy a estar especialmente pendiente de ti- le dijo a Albert antes de entregarle el suyo-. Espero no pillarte de nuevo copiando, o si no, lamentándolo mucho, tendré que suspenderte el curso.
Albert asintió. Luego le echó una ojeada al examen; la desesperación se apoderó de él. Sabía que tenía que aprobar ese examen, era el último del curso y sus notas anteriores dejaban mucho que desear.
Intentó tranquilizarse y volvió a leer el primer ejercicio:
Nombra los siguientes compuestos:
HClO4/ H3PO4/ (NH4)2CO3/ Au(BrO2)3/ NaH2PO3/ MgSO3.
Por una vez lamentó no haber atendido a las explicaciones de "la Charo"; no tenía ni la más mínima idea de como se nombraban aquellas letras combinadas con números. Leyó el segundo ejercicio, después el tercero y el cuarto. A medida que iba ojeando el resto de los ejercicios , se iban desvaneciendo sus esperanzas de aprobar, hasta que, al fin, lo dejó por imposible. Esta vez estaba decepcionado de verdad. Se había propuesto estudiar para este examen y aprobar la asignatura sin necesidad de volver en septiembre. Ya no tenía ganas ni de intenatar copiar, y menos después de la advertencia de la profesora. Decidió entregarle el examen en blanco. Su dolor de cabeza había incrementado. Salió al patio y se sentó en el banco que hay junto al porche.
-Riiiiiiiiiing-sonó de nuevo el timbre. Le tocaba gimnasia, se sintió repentinamente aliviado. Era su clase favorita, además de dibujo.
Cuando llegó al polideportivo volvió a sentir que los ojos de sus compañeros se clavaban de nuevo en él.
Félix, el profesor, había colocado colchonetas en el suelo.
-¡Chicos, vamos calentando!
Al comenzar a correr, Albert empezó a sentir molestias en su rodilla.
-¡Venga, cada uno a una colchoneta!-gritó Félix-Quiero que me hagáis 30 flexiones como mínimo, quién se pare antes, tendrá suspenso el trimestre, tenéis que demostrarme que el entrenamiento de todo un curso os ha servido para algo.
-Piiiii...-el pitido del silbato indicaba el comienzo de las flexiones.
-Una...dos...tres...¡Vamos, chicos, bajad más! Cuatro...cinco...
Sólo llevaban cinco flexiones y Albert ya estaba agotado, empezó a ponerse rojo a causa del esfuerzo. No podía más, su rodilla le estaba pasando factura, empezaron a temblarle los brazos. Cayó desplomado sobre la colchoneta.
-Pero bueno, Albert, ¿se puede saber qué te pasa?- le preguntó extrañado el profesor.
-Creo que me he lesionado.
-Anda ve a la enfermería a ver qué pueden hacer por ti-le dijo Félix un tanto incrédulo.
Albert se ahorró ir a la enfermería, al fin y al cabo sabía que lo que la pasaba era que la noche anterior había bebido demasiado. Empezó a arrepentirse de esto. Llegó el recreo. Por fin vería a su novia. Era lo único que le consolaba de aquel día tan espantoso. Se fue al rincón donde quedaban siempre; esperó durante largo rato pero su novia no aparecía. Impaciente decidió ir a buscarla. Por fin la encontró en la cafetería.
-¡Claudia!- fue a darle un beso pero ésta le recibió con una bofetada.
Todos los chicos que se encontraban presentes empezaron a cuchichear y a soltar risitas. Les miraban sin quitarles ojo, no querían perderse ningún detalle.
Claudia salió corriendo y medio llorando por la puerta de atrás.
-¡Joder!-gritó Albert sin comprender absolutamente nada-¿Se puede saber qué os pasa hoy a todos?
-¡Estás hecho un crack!-saltó Alex, el chulito de turno-¡Venga, mejor cuéntanos tú lo bien que te lo pasaste ayer con Nuria!-soltó una carcajada.
-¿Con...con Nuria?-preguntó palideciendo ligeramente.
-Sí, hombre, esa rubia que está tan buena, venga no me digas que no te acuerdas...
-Sí, sí-respondió haciendo como que controlaba la situación-pero...¿qué fue lo que pasó exactamente?
-Resumiendo...¡que te la tiraste!-respondió una amiga de su novia- es que ya te vale...encima delante de Claudia, vamos a mí se me caería la cara de vergüenza. La verdad es que tuviste suerte; me llegas a hacer eso a mí y yo no te pego una patada, yo te rompo la cara, ¡por imbécil!- Albert comprendió repentinamente cómo se había hecho el moratón.
-Bah Albert, tú ni caso; dí que sí, que en la variedad está el gusto- le animó Alex reafirmando su papel de chulito.
Pero Albert no era, ni pensaba como él. Lo peor es que no se acordaba de nada, ni siquiera de esa tal Nuria.
Estaba avergonzado. Se sentía defraudado consigo mismo por haber engañado a su novia. Se juró y perjuró que jamás volvería a beber.
-Vaya día-pensó-,me voy a casa antes de que ocurra una catástrofe.
Una vez allí, reflexionó sobre todo lo ocurrido: no sólo había suspendido química y gimnasia, sino que además había fallado a su novia, la persona que más quería en el mundo, y lo peor de todo es que la conocía demasiado bien para saber que jamás se lo perdonaría. Por una vez, sintió ganas de llorar.

5 comentarios:

José A. Sáinz dijo...

Igual que si los protagonistas de "Física o química" estuviesen en la cafetería de nuestro instituto...

Kristian González dijo...

me has plagiado

Cristina dijo...

1º. Estoy de acuerdo con Jose A. (risas).
2º. Kristian... no te ha plagiado... en este cuento, no sale ninguna ala de pollo envenenada... (más risas).

Kristian González dijo...

Cristina si te hubieras molestado en entender de que historia estaba hablando (la última) te habrías enterado de la chorrada que has soltado.

Silvia dijo...

Kristian más quisieras que te hubiese plagiado... mi cuento lo único que tiene que ver con el tuyo es el ambinte juvenil de las drogas o alcohol, pero la historia es totalmente diferente...jaja