A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

lunes, 12 de octubre de 2009

Alejandro Kulak

El conde Alejandro Kulak nació en Bohemia el año 1755, y fue bautizado un día que hacía un viento siniestro. Cayeron de los árboles un número insospechado de hojas secas y la comitiva del bautizo quedó atemorizada por el presagio.
Aquel extraño suceso no cabía en la mente de ninguno de los presentes.Era inexplicable.
La primavera estaba entrando pero aún así la hojas de los árboles seguían cayendo lentamente.
La familia de Alejandro convocó en palacio a los grandes sabios y filósofos de la época para que intentasen dar alguna explicación a aquel insólito suceso.
Estuvieron pensando días, semanas, incluso meses pero no consiguieron dar ninguna explicación lógica y fiable a aquel suceso que los mantenía tantas noches en vilo. Era algo extraño, la primavera no entraba. Parecía pleno invierno
Pasaron años y años y las hojas siguieron cayendo. Alejandro cumplió los 21 años y seguía viviendo en palacio. Las reservas de leña y comida escaseaban y el pueblo empezaba a pasar hambre
Un día cualquiera llamaron a la puerta. El sonido retumbó por todo palacio. El sirviente se aproximó a la puerta y la abrió con cierta ligereza. Al otro lado se encontraba una anciana a unos seis metros de distancia entre la tiniebla. Ésta se fue acercando poco a poco. A cada paso que daba se podía observar los horribles rasgos que la caracterizaban.
Preguntó por el señor Kulak y el sirviente con cierto aire burlón la invitó a pasar al salón principal. Allí se encontraba Alejandro y sus padres. La sala era inmensa. Tenía una mesa en el centro para unos cincuenta comensales. Ésta mesa se encontraba adornada con aparatosos candelabros que sostenían velas de múltiples colores que daban un aire lujoso a la sala.
La anciana tomó asiento y con voz vibrante anunció una trágica noticia a la familia. El Dios de los mares está realizando crueles acciones sobre los mortales ya que su alma siente nostalgia sobre el mar. Añadió que Alejandro era el elegido entre los mortales para calmar su furia y si no lo conseguía antes de que todas las hojas del árbol cayesen la humanidad moriría de frío y hambruna.
Doña Isabel, la madre, ordenó que aprisionaran a aquella mujer o posible bruja, pero al segundo la mujer desapareció.
Aquella fue una noche larga y de reflexión para Alejandro. A la mañana siguiente anunció a sus padres la decisión de ponerse en marcha e intentar solucionar el problema que amenazaba a la humanidad.
Ordenó la realización de un reloj de arena que le indicase cuando finalizaría con exactitud la caída de la última hoja.
Al siguiente amanecer se aprovisionó y se marchó al mar, ¿qué lugar mejor, para buscar algún recuerdo de éste mismo?. Pasaron varios meses y Alejandro consiguió llegar . Hizo una hoguera cerca de la playa para pasar la noche y al día siguiente comenzar a cavilar algo.
Se disponía a hacerse un bocadillo con algo de pan que le sobró del día anterior pero, ¡PLAS! algo le golpeó la cabeza y éste cayó como un plomo al suelo.
Pasaron meses y meses y Alejandro permanecía inconsciente. Un día por fin abrió los ojos y se puso en pie. No se acordaba de lo que había sucedido tras aquel altercado. Miró a su alrededor pero no había ni rastro de todas sus pertenencias, todo había desaparecido excepto el reloj que llevaba consigo. Lo cogió y temeroso de que la última hoja hubiese caído, lo miró. Suspiró aliviado. Aún quedaban unos granitos por caer pero a los pocos minutos sen dio cuenta que eso no era tiempo suficiente para encontrar aquello que ni siquiera sabía qué era.
Con aire deprimente decidió tumbarse en aquella arena de mantequilla de la playa y ver por última vez el ocaso.
Se tumbó de lado pero, algo le llamo la atención. Podía escuchar las olas del mar muy cerca. Más cerca aún que las que escuchaba a escasos metros de donde se situaba. Escarbó un centímetro y encontró una caracola. La pegó a su oído y efectivamente era aquello. Tuvo una gran idea . No le dio ni tiempo a formularla y la caracola ya había desaparecido por arte magia de sus manos.
De repente se encontraba en su cama rodeado de la gente más allegada a él. Todos cogieron una tremenda cantidad de aire y al expulsarla produjeron el típico sonido de alivio , como si lo malo hubiese pasado. Alejandro salió corriendo de la cama y miró el árbol. Estaba a rebosar de hojas y parecía que la primavera estuviese entrando.

'Quizás todo fuese un sueño, quizás fuese fruto de su imaginación o quizás todo lo ocurrido fuese verdad. Eso nunca se sabrá pero lo único cierto de ésta historia es que todos se encontraban sanos y salvos.'

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Corrige: arboles, azotaba la humanidad, cuando, se dio cuenta que eso, que era. Delante de pero pon, al menos, una coma. Arriesga con un final que no sea el típico y tópico sueño.