A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

sábado, 23 de enero de 2010

ILUSIONES PASADOS

Recuerdo aquel caballito de madera, con crines de lanas y ojos de cristales. Todavía recuerdo nuestro primer encuentro. Era la mañana de Reyes y el venía decorado con un estravagante lazo rojo. Mis padres me obligaban a mirar a la cámara de vídeo pero a mí no me interesaba. Aquellos ojos color ceniza me habían cautivado. Yo los miraba con asombro, y él me miraba a mí. Su boca inmóvil me pedía a gritos que montara en él.
Cabalgar sobre él era una sensación maravillosa. Parecía escapar de entra aquellas cuatro paredes de mi cuarto. Los segundos parecían horas, parecían días, parecían meses.Cada vez que me subía en él vivía una nueva aventura, mi mente me transportaba a lugares remotos. Quizás hoy estuviese en la montaña, y mañana, sin más, en una cueva oculta. Pero lo que nunca olvidaré de él es que siempre estuvo a mi lado. Era más que un juguete, más que una diversión, era uno de esos amigos que siempre te serán fiel. Siempre que quería ir a cualquier sitio él estaba aquí. Pero quizás lo más sorprendente es que nunca llegué a ponerle nombre, siempre será "a cabayiito". Él nunca me abandonó, fui yo. Yo le cambié por mis zapatillas de ballet. Llegó un momento en el que esa chispa se apagó. Le miraba a los ojos y no me transmitía nada. Sólo veía lo evidente, aquellos ojos de cristal viejos y la boca deshilachada.Día tras día el se sentía más fatigado cuando montaba sobre él. El lazo de acero que nos unía poco a poco fue convirtiéndose en seda, cada vez más delicado y frágil. Ya no merecía la pena seguir con aquello.
Otro de mis grandes amigos fue Uva. Le conocí en el antiguo Pricra en Madrid. En aquellas fascinantes excursiones que tan eternas se me hacían. Recuerdo perfectamente que cogí de mi casita de los juguetes varios de éstos para entretenerme en el viaje. Al entrar en el área comercial todo me parecía gigantesco , me asustaba, pero al final del pasillo, estaba él, mirándome con cara de pena intentando convencerme de que fuese su amigo. Le cogí enseguida, pero mi madre no estaba muy convencida. Me dejó coger un carrito de bebé y lo paseé por toda la tienda. Para mí era como haber descubierto a aquel "juguete" que en tu vida olvidarás. Aún no entiendo cómo convencí a mi madre pero conseguí traérmelo a casa.
Uva nunca fue un burrito alegre. Aún así, a mi me parecía la persona con la que podría compartir mis secretos y preocupaciones. Él me transmitía seguridad. Hubo una época en la que no lo pasé bien en el colegio, y fue él, el que me ayudó a salir de aquella profunda tristeza.
Uva todavía sigue en un de mis estanterías, pero es cómo si hubiese muerto. Físicamente sigue ahí, pero lo que hace realmente un gran amigo, a un simple juguete, se ha esfumado, no ha dejado rastro. De vez en cuando le miro y recuerdo todo lo que pasamos juntos, pero una tristeza me invade por momentos. Fui yo la culpable de que muriese. Cuándo mi inocencia desapareció, su alma se fue junto a ésta.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Corrige: el venía, *lo que nunca me olvidaré, *te serán fiel, el se sentía, a mi me, es cómo. Bien, con emoción.