A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

lunes, 25 de enero de 2010

=)) En el Colegio

Cuando llegué al instituto en primero, pensé que echaría de menos muchas cosas del colegio. Por ejemplo a mis amigas, que se iban todas al instituto de arriba y yo me venía al de abajo casi sola. Solo venían unas pocas personas de la que antes había sido mi clase. Me acordaba del primer día que fuimos al colegio de arriba, y de nuestro primer año allí. No sé si sería por la emoción de lo nuevo o por la edad que nos hacía tener una imaginación más allá de lo normal, pero no tardamos nada en inventar un misterioso fantasma que vivía en el baño de las chicas del piso de abajo y que nos traía a todos de cabeza. Incluso un día que se inundó uno de los baños, por accidente supongo, lo atribuimos rápidamente a actividades paranormales causadas por el supuesto fantasma. Cuando finalmente se nos pasó la fiebre de los fantasmas, ésta dio lugar a la de las cabañas. No eran cabañas propiamente dichas, claro, aunque todos soñábamos con un idealizado e imposible refugio. En realidad se trataba solo de trozos de patio, donde nos juntábamos en grupos y los cuidábamos como si se tratase de casas reales. Cuando nos peleábamos entre nosotros y algunos se separaban para fundar otro fuerte, comenzábamos guerras y batallas. Recolectábamos bolas de los árboles y aceitunas y corríamos por el olivar tratando de defender nuestro refugio. Cuando no había con quien pelear, nos dedicábamos a coger lo que se suponía que era comida, aunque no eran más que distintos tipos de hierbas, palos, arenas y otro montón de cosas que encontrábamos por el patio. También hacíamos escobas con las ramas de los pinos y barríamos el suelo de arena, algo inútil y absurdo, que en el fondo, supongo que nos hacía sentir mejor, más responsables o quizá tan solo más propietarios de ese trozo de patio. Mirábamos por la ventana, esperando que el viento no hubiese descolocado nuestras cosas, bien colocadas antes de entrar de nuevo a clase, y deseábamos volver a salir para comenzar de nuevo nuestra vida en las cabañas. Cuando una vez a la semana nos tocaba jugar al fútbol en la pista, todos los chicos hacían un equipo y jugaban contra el otro curso y nosotras, de vez en vez, nos acercábamos a las gradas para sentarnos y ver el partido o tan solo animar a nuestro equipo.




En el instituto, las cosas son diferentes. La gente y los profesores son diferentes. No creo que eche tanto de menos el colegio ahora, aunque siempre me apetece pasar por allí y recordar aquellos rincones que esconden momentos del pasado, trozos de nuestras vidas, donde dejamos parte de nuestra imaginación y toda nuestra infancia.


6 comentarios:

Kristian González dijo...

el de en medio de la fila alta es edu

José A. Sáinz dijo...
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Edu dijo...
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Edu dijo...
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Edu dijo...

¿Te acuerdas de las flores que pintabas en el margen de los cuadernos de matemáticas?
Él te decía que no lo hicieses y tu cada día ponías más...

Edu dijo...
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