A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

lunes, 8 de marzo de 2010

Barrios marginales

-¡Renee, ven ya, joder! ¡No me hagas esperarte ni un segundo más!
-Ya estoy aquí señor…
-¿Le entregaste eso al Chino?
-Sí, ya se lo di.
-Por tu bien espero que no te haya visto nadie más… ¿Te aseguraste de que no te siguiera la pasma?
-¡Pues claro! No quiero acabar en la cárcel como Hugo.
-Bien, supongo que me traerás el dinero…
-Sí, señor, aquí lo tengo- sacó de su bolsillo un montón de billetes.
Saúl empezó a contarlo y, al ver que no estaba todo, empezó a ponerse nervioso.
-Imbécil- le dio una bofetada a Renee- te dije que no te dejaras engañar, eso valía doscientos pavos más.
-Pe… pero… es que…
-No se puede confiar en ti, ¡eres un inútil, un blando!- le reprochó Saúl.
-Señor no fue mi culpa, me dijo que ese caballo no era de buena calidad y que encima era menos cantidad de lo que él pidió… me amenazó con robarme la mercancía y no volver a comprarnos nunca más-una lágrima recorrió su mejilla.
-¡No es excusa! Debiste salir corriendo.
-¡Pero llevaba una pistola!
- A ver cuándo vas a enterarte que no vale más tu vida que mi negocio… la próxima vez que me falles seré yo mismo el que te mate. Ahora vas a ir a buscar al Chino y vas a decirle que te devuelva lo que me debe o que, si no, tendrá que vérselas conmigo.
Era una noche de julio y hacía un calor agobiante. Esto no ayudaba nada a tranquilizar a Renee. Tenía bastante miedo; temía la reacción del Chino al reprocharle que le debía dinero. Sabía de sobra dónde encontrarle. Todo el mundo en el barrio lo sabía… Siempre estaba en la misma calle, traficando con los mismos. Se acercó despacio hacia él. Nadie supo exactamente las palabras que intercambiaron. Tras la breve conversación se escuchó un grito ahogado y luego nada más.
A la mañana siguiente encontraron el cadáver de Renee. Tenía un navajazo en el cuello y otro en el pecho. Al llegar la policía todo el barrio fue interrogado. Algunos estaban seguros de quién había sido, otros simplemente lo suponían, incluso hubo algún testigo; pero nadie pronunció ese nombre, aquel nombre que todos temían y respetaban, el nombre de un asesino que no tenía escrúpulos. Al ver que no se presionaría en la investigación de la muerte del chico y que la gente del barrio no estaba dispuesta a colaborar, la policía decidió abandonar el caso. Total sólo era un muerto más. Un muerto como los muchos que había al cabo de un año en Ciudad de Dios.
Esta es la historia de Renee, un niño víctima de una sociedad injusta y marginal, que al no tener familia ni posibilidad de una buena vida, se vio obligado a ponerse al servicio de un traficante severo, egoísta e inhumano. Allí, en Ciudad de Dios, donde las armas llevan el compás, hay cientos de niños víctimas del olvido, pertenecientes a barrios pobres, plagados de drogadictos, camellos, barriobajeros y prostitutas.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Lo que menos me gusta es el tonillo de moraleja.