A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

viernes, 19 de marzo de 2010

Fiestaaa!!


Era primavera, hacía buen tiempo y lo que más me apetecía era salir con mis amigos a dar una vuelta o a ir a algún sitio interesante. Mis amigos y yo fuimos a casa de Pedro, un chico que había venido hace unos meses de Guadalajara. Era bastante majo y tenía una casa muy grande donde íbamos a bañarnos a la piscina y donde jugábamos al futbolín. Nos pasábamos horas muertas jugando al futbolín y a la playstation. Como se acercaba el verano, un finde perdido de esos que te apetece hacer algo, nos llamó Pedro para que le ayudásemos a limpiar la piscina, así al finde siguiente podíamos ir a bañarnos.
Quedamos el sábado por la tarde para limpiarla y se nos ocurrió montar una fiesta el finde que venía para poder celebrar que dentro de poco se acababa el curso.
En fin, montamos una impresionante. Compramos cocacola, patatas... y muchas más "cosas" para la fiesta. Pedro dijo que sus padre se iban con los abuelos a pasar el fin de semana y que no volverían hasta el domingo por la noche. Llegó el finde y empezó a venir mucha gente. Estaban todos nuestros amigos y gente que yo no conocía de nada. Entre tanta gente, había también bastantes chicas, y eso a todos mis amigos nos gustaba.
Pusimos música, comida en las mesas y bebida. La piscina estaba lista y la gente, de broma, tiraba a los demás con ropa. Esa noche acabó con tres muertos, tres móviles murieron.
Esa noche conocí a una chica que era muy maja.
Parece ser que nos gustamos y nos fuimos dentro de la casa. Estaba tan hermosa que el deseo de seguir junto a ella comenzaba a imponerse al vago terror que me turbaba. Una mezcla de recelo y voluptuosidad imposible de describir inundaba todo mi ser. Nos besamos y cuando se acabó la fiesta la quise acompañar a su casa. Me dijo que no vivía aquí, que era una amiga de Pedro que había venido solo a la fiesta y que no sabía si volvería o no.
Al decirme eso me entristecí, la dí un beso y nos fuimos.
Esa noche no pude pegar ojo y al día siguiente vino Pedro a mi casa a decirme que fuese a recoger todo junto con todos los amigos. Eran las 12 de la mañana y casi no había dormido nada... pero me tuve que levantar aunque no quisiera. Me dije a mi mismo, la vida sigue.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Bien, aunque los tres muertos parecen "ná".