A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

domingo, 14 de marzo de 2010

todo ocurrió en la calle

Marisa era la mejor amiga que se pudiese tener. Era simpática, alegre, divertida... cualquier momento con ella resultaba entretenido. Siempre tenía ideas nuevas, ningún momento resultaba igual que otro. Pero lo mejor de todo era que siempre estaba ahí cuando la necesitabas. Los problemas a su lado dejaban de serlo. Marisa había sido siempre así, hasta que el fatídico día 8 de febrero, todo cambió por completo. Aquel día Marisa y yo decidimos salir pronto de casa, para llegar al concierto de “Fondo Flamenco” que daba en la plaza de toros. Aunque el concierto empezaba a las 6 de la tarde, Marisa y yo habíamos quedado a las 4 en la calle de enfrente de mi casa, para ir a la plaza de toros y coger un buen sitio en la fila. Estábamos mirando un escaparate cuando unos amigos nos llamaron desde el bar de enfrente. En ese mismo momento el semáforo se puso en verde. Empezamos a cruzar la carretera y vimos que un coche no frenaba, venía directamente hacia nosotras. A mí me dio tiempo a reaccionar, pero cuando Marisa se dio cuenta ya era demasiado tarde, el coche la arrastraba y no podía desprenderse. La arrastró 5 metros, hasta que logró frenar contra un contenedor. Yo chillaba como una loca, y creo que el coche no había parado cuando yo ya había avisado a la ambulancia. Llegaron muy rápido y la llevaron al hospital. La calle se llenó rápidamente de gente y mis amigos que lo habían visto todo desde el bar, cogieron el coche y nos fuimos detrás de la ambulancia. Al llegar, a Marisa la metieron rápidamente en quirófano, pues sangraba mucho, las piernas las tenía destrozadas y, lo peor de todo, estaba inconsciente. Al salir el médico del quirófano fuimos inmediatamente a hablar con él, y nos dijo que no habían podido hacer nada para salvar sus piernas. En la cabeza no tenía nada, pero no sabía porqué no reaccionaba, había que esperar. Así estuvimos durante un mes, en el que todos los días iba a verla esperando a que despertase. Un lunes, 11 de marzo, al abrir la puerta de la habitación vi que estaba despierta. Pronto me di cuenta de que ya sabía lo que la sucedía, pues su mirada lo decía todo. Nos abrazamos e intenté animarla.
Pero ahí empezó la parte más dura, el intentar cada día sacarle una sonrisa, buscar un motivo para seguir adelante.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Me gusta; más equilibrado que otros textos. Los meses no se ponen en mayúscula en castellano (sí en inglés); di no lleva tilde porque es monosílabo; *sacarla una sonrisa (laísmo, porque es CI: le)