A, 30 de abril: Caballo de los sueños.
B, 7 de mayo: La noche del soldado.
A, 14 de mayo: La calle destruida.
B, 21 de mayo:
Melancolía en las familias.
A, 28 de mayo: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.
B, 4 de junio: -Son cosas que pasan el día antes.
-¿El día antes de qué?
-El día antes de la felicidad.

martes, 9 de marzo de 2010

Dificil comienzo

Era el primer día de Alberto en una escuela nueva de una ciudad nueva. Él no se quería mudar a ese sitio, pero no podía hacer nada. Cuando llegó a clase, un grupo de chicos empezaron a tirarle las cosas y a pegarle. Alberto se fue corriendo a casa y se encerró en su habitación sin contarle nada a sus padres. Dijo que no podía ir a clase porque se encontraba mal y tenía fiebre. Al día siguiente tampoco fue a clase, ni al siguiente, ni al otro... estuvo una semana encerrado en casa por miedo a que esos chicos le volvieran a pegar. Estuvo toda la semana pensando qué hacer porque no podía fingir estar malo tanto tiempo. Así que cogió aire y salió de su casa. Levantó la vista y allí estaban, en la calle de enfrente. Eran los chicos que le habían pegado. Alberto tenía dos opciones: seguir caminando y enfrentarse a ellos o darse la vuelta y encerrarse otra vez en su habitación. Eligió la primera. Fue hacia el grupo y se puso enfrente de ellos, a una cierta distancia. Todos le miraron con curiosidad sin saber qué hacía ahí. Él esperó un rato y al ver que no pasaba nada, se acercó más y les dijo:
-¿Qué? ¿Ya no me pegáis?
Todos los miembros del grupo se miraron y soltaron una carcajada que hizo que Alberto se sintiera mal y tuviera ganas de salir corriendo de allí.
-Tranquilo- le dijeron- sólo te pegamos porque nos aburríamos, pero no te preocupes que ya no nos apetece pegarte.
Alberto no sabía qué hacer ni qué decir.
-¡Ey tío!- dijo uno del grupo refiriéndose a Alberto- ¿Por qué no te vienes con nosotros?
Alberto se quedó más sorprendido de lo que ya estaba y ahora sí que no sabía qué decir, no se podía creer lo que estaba oyendo. Nunca habría dicho que sí a esa pregunta viniendo de unos chicos que le habían pegado y que habían hecho que se quedara en casa una semana sin salir. Pero su respuesta fue que sí. Al fin y al cabo no tenía más amigos allí y ellos eran los únicos que le habían dirigido la palabra.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Parece que lo importante vendría a continuación: serán chicos malos, dónde le llevarán...